

La reacción del electorado no deja lugar a dudas y el ánimo que prevalece en la opinión pública lo confirma. Los dos partidos políticos principales, Nuevo Progresista y Popular Democrático, agotaron sus activos de banco electoral y no hay con qué cubrir el sobregiro. En las pasadas elecciones el pueblo se negó a pagar y precariamente se eligió un gobernador progresista y una legislatura multipartidista. Después de esa crisis en las urnas lo sensato habría sido recapacitar, remediar y renovar para de tal forma recobrar la confianza de la defraudada base electoral. En lugar de así hacerlo, los líderes de ambos partidos principales siguieron jugando a la “ruleta rusa”.
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