Seguimos conviviendo en un país que normaliza prácticas excluyentes que ponen al descubierto los diversos rostros de la discriminación, escribe Ever Padilla
Seguimos conviviendo en un país que normaliza prácticas excluyentes que ponen al descubierto los diversos rostros de la discriminación, escribe Ever Padilla
Hablar de discrimen en Puerto Rico no es tema de poca monta. En pleno siglo XXI es un problema que no hemos podido erradicar. Pese a su discusión y algunos avances, se siguen documentando situaciones que atentan contra este principio fundamental. Ya han transcurrido más de siete décadas desde que adoptamos nuestra constitución y con ella nuestra Carta de Derechos. Nuestro andamiaje constitucional descansa en los principios esbozados en la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada por la Organización de Naciones Unidas. Como pueblo, nos unimos al grupo de países que adoptaron como marco constitucional el reconocimiento y respeto de la dignidad humana y la prohibición de discrimen por motivo de raza, color, sexo, nacimiento, origen o condición social, ideas políticas o religiosas. La protección dispuesta en nuestra Constitución cobija a todas las personas. Opera para restringir conductas discriminatorias en cualquier ámbito.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: