Desde los 18 años he pasado de un partido a otro, guiado por los cambios implacables de la historia, escribe Humberto Lugo Vicente
Desde los 18 años he pasado de un partido a otro, guiado por los cambios implacables de la historia, escribe Humberto Lugo Vicente
Nací cuando el Estado Libre Asociado daba sus primeros pasos, una criatura ambigua, un experimento apenas comprendido. Mi madre era popular. Mi padre, un fervoroso independentista —aunque sospecho que también llevaba algo de melón en su sangre. Aprendí a votar al cumplir dieciocho. Desde entonces he pasado de un partido a otro, guiado por los cambios implacables de la historia, del rojo al azul, y finalmente al verde. Cada cambio vinco cargado de las promesas rotas de quienes ya habían gobernado. Ahora, con más de medio siglo participando en este ritual cívico, puedo atestiguar el surgimiento de un movimiento, una revuelta sutil, pero firme. Comenzó en las pasadas eelecciones. Hoy su avance es implacable, alimentada por una desconfianza creciente que se enrosca en la consciencia del pueblo.
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