La independencia nos proporciona las herramientas necesarias para crecer y manejar las situaciones que surjan sin competir ni depender de nadie y, mejor aún, sin perder nuestras raíces, escribe Paul Figueroa
La independencia nos proporciona las herramientas necesarias para crecer y manejar las situaciones que surjan sin competir ni depender de nadie y, mejor aún, sin perder nuestras raíces, escribe Paul Figueroa
Estamos casi en verano y las plantas sembradas en la primavera crecen. En el plano político también estamos en un momento de crecimiento. La visita a Puerto Rico de varios congresistas para promover el Puerto Rico Status Act demuestra que el Congreso, ante el descontento de la población en un año electoral por el inmovilismo del Partido Demócrata y su incapacidad para implementar su propio plan de gobierno, propicia el atender el asunto del estatus de Puerto Rico. Ello se debe a los reclamos persistentes del pueblo y la diáspora, y a los señalamientos desde el Tribunal Supremo de que el estatus actual es una falacia. Algunos dirán que el esfuerzo del Congreso es performativo, otras dirán que es genuino. Independientemente de la razón, en el fondo todos reconocen que el estatus actual no sirve porque Puerto Rico ya creció.
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