La manera en que el SARS-CoV-2 evolucione los próximos dos años determinará cómo lucirá el fin de esta crisis global: ¿como un catarro común, influenza u otra cosa?, escribe Riccardo Papa
La manera en que el SARS-CoV-2 evolucione los próximos dos años determinará cómo lucirá el fin de esta crisis global: ¿como un catarro común, influenza u otra cosa?, escribe Riccardo Papa
Es importante entender que los científicos se refieren a las mutaciones para definir cambios en el código genético del síndrome respiratorio agudo del coronavirus 2 (SARS-CoV-2) en comparación con la primera secuencia genética identificada en diciembre de 2019. Estas alteraciones en la secuencia genética del virus pueden modificar las características de sus proteínas, que representan los “bloques de construcción” que el virus usa para infectar nuevos huéspedes y células, así como para hacer más copias de sí mismo. Sin embargo, no todas las mutaciones mejoran la capacidad de un virus para reproducirse o para ser más letal. De hecho, la mayoría le hace daño al virus o tiene poco efecto. Al monitorear la combinación de dichas mutaciones, los científicos han podido asignarles nombres a las nuevas versiones de las cepas virales de SARS-CoV-2 que han circulado durante la pandemia del COVID-19. Estas variantes del SARS-CoV-2 han demostrado tener diferentes características, tales como una mayor facilidad para contagiar o para resistir las vacunas o tratamientos disponibles, o no tener impacto en comparación con los virus previos o actualmente en circulación.
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