

La celebración de las festividades navideñas, tradición milenaria que Puerto Rico espera con alegría acogiendo las costumbres heredadas de España y generando las propias, se ha tornado de un cariz dramáticamente agresivo e insensible con el uso indiscriminado de explosivos de alta potencia que, lejos de ser parte de una celebración, ha generado tragedias como mutilaciones y graves daños a las vías auditivas de quienes los manejan. Pero vamos más allá: se ha reportado por la prensa científica el daño que los explosivos hacen a los niños con condiciones especiales, así como las personas ancianas y enfermas. A eso se le suma cómo reaccionan las mascotas y otros animales domésticos.
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