Se han publicado varias columnas dedicadas al recién anunciado proceso de adjudicación de plazas en la UPR, principalmente desde la perspectiva de las preocupaciones de varios sectores sobre cómo la falta de plazas en la UPR ha afectado en los últimos años el servicio al estudiantado, el trabajo de les docentes y el potencial peligro de perder acreditaciones de programas. Han sido varias las unidades que han elevado sus voces sobre la necesidad de que se aprueben más contrataciones, ante el pírrico número de plazas aprobadas este año. Poco, sin embargo, se ha dicho sobre un mal que nos aqueja cada vez que se inicia un proceso de nombramiento docente: las disposiciones del Reglamento General son contradictorias.
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