Ya no hay excusa para no leer a ‘Madame Bovary’. Una hora leyendo a Flaubert y otra viendo ‘La Casa de los Famosos’. Demagogia sería colocar una cosa por encima de la otra, escribe Cezanne Cardona Morales
Ya no hay excusa para no leer a ‘Madame Bovary’. Una hora leyendo a Flaubert y otra viendo ‘La Casa de los Famosos’. Demagogia sería colocar una cosa por encima de la otra, escribe Cezanne Cardona Morales
A punto de entrar a sala de operaciones para una colonoscopía, un muchacho alto, con gorrito y bata de hospital, se quejó de que la novela de Madame Bovary le aburrió muchísimo. Asumí que había sido mi estudiante en la universidad, y lo miré a ver si su rostro me sonaba. Me disculpé por no reconocerlo; yo estaba algo amanecido, cargaba con los motetes de mi padre -que también se haría una colonoscopía- y francamente no me esperaba una queja estudiantil a esa hora de la mañana de alguien que, en la fila -minutos antes- se la pasó elogiando el programa “La Casa de los Famosos”. Mientras se arreglaba el gorrito y luchaba con la bata de hospital, me confesó que le habían gustado algunas lecturas de la clase: Frankenstein, y ensayos de Kant, Vargas Llosa y Freud, pero que le había “fastidiado bastante” leer aquella novela en la que no pasaba nada. No era la primera vez que escuchaba la congoja, pero esta vez me defendí como pude: “¿Te aburrió Madame Bovary, pero te gusta pasar horas viendo gente rica y famosa hacer nada encerrados en una casa?”
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