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De lo que está ocurriendo en Haití, y sus consecuencias para la región del Caribe, nadie, ningún gobierno parece preocuparse mucho, excepto el de la República Dominicana porque está al lado, no le queda más remedio. Dominicana mantiene una fuerte vigilancia en la frontera y ha estado construyendo un muro. El problema que tienen es que, junto a la gente inocente y desesperada que intenta huir de un país descabezado y sin ley, también escapan criminales perseguidos por bandas rivales —hay muchas bandas de ese tipo en Haití— y las autoridades dominicanas saben que en el momento en que se afinquen en su país, se organicen y empiecen a operar, va a ser difícil desarticularlos.
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