

La señora de casi ochenta años estaba a punto de montarse en su carro en un centro comercial cuando fue a dar de bruces contra el pavimento tras el halón fuerte de su cartera que le dio uno de dos maleantes que, de común acuerdo, así lo hicieron para robarle 50 centavos y un celular. Días después, en otro centro comercial, otra señora perdía su vehículo de motor a manos de otro asaltante que tuvo que ser perseguido por las dos mujeres policías que lo detectaron en la calle, hasta que lo detuvieron y lo sometieron a la obediencia en medio de un arresto turbulento que le costó la cárcel. En ambos casos, la labor de la Policía fue tan eficiente que se logró el arresto de los malandrines y su sujeción a la justicia penal en minutos u horas.
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