Es maravilloso lo que un suceso cuasi fortuito puede desencadenar. Me imagino a Cristóbal Colón, días como estos, pero hace 531 años, tan perdido como cuando yo me aventuro a navegar en Tik Tok. De pronto, en medio de la niebla, se ve la silueta de lo que parecía ser una isla. Un tal Rodrigo de Triana gritó ¡Tierra! y a falta de poderse tomar un selfie con la isla de fondo, la tripulación se hincó a dar gracias a Dios. Guanahaní le llamaban los nativos a dicha isla, cosa que le importó muy poco a los recién llegados que le impusieron, por razones muy personales, el nombre de San Salvador.
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