Estamos a tiempo para ponernos de acuerdo, identificar los recursos y asegurar que en el próximo presupuesto nuestros niños y niñas sean prioridad, escribe Ricardo R. Fuentes-Ramírez
Estamos a tiempo para ponernos de acuerdo, identificar los recursos y asegurar que en el próximo presupuesto nuestros niños y niñas sean prioridad, escribe Ricardo R. Fuentes-Ramírez
Seis de cada 10 niños y niñas en Puerto Rico viven bajo el nivel de pobreza, de acuerdo con los datos más recientes de la Oficina del Censo. Nuestra alta tasa de pobreza infantil entrelaza con todos nuestros problemas económicos estructurales: la participación laboral, la economía informal, la desigualdad, las barreras al empleo, la productividad laboral a largo plazo, entre otros. Para reducir la pobreza infantil, tenemos que atender varios retos socioeconómicos e institucionales que a su vez están profundamente ligados al desarrollo económico. En otras palabras, reducir la pobreza infantil sería una de las estrategias de desarrollo económico más efectivas para salir de la depresión económica en la que nos encontramos hace 15 años. Además, son nuestros niños y niñas. ¿Acaso esto no basta para que sea la primera prioridad para el liderato del país?
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