Eliminar una escena afectiva en una película de muñequitos o echar de su núcleo familiar a su hijo/a/e no aporta nada positivo a nuestra evolución como país, escribe Geraldine Bayrón Rivera
Eliminar una escena afectiva en una película de muñequitos o echar de su núcleo familiar a su hijo/a/e no aporta nada positivo a nuestra evolución como país, escribe Geraldine Bayrón Rivera
Vivimos una insensata dicotomía social. En el mes de orgullo LGBTTQIA+, cuando alzamos la voz por los derechos y armonizamos esa estima por pertenecer y apoyar, surge una reacción adversa ante la “osadía” de Disney, al poner una demostración de afecto entre una pareja de madres en la película animada Lightyear. Hay desprecio y boicot para eliminar esa “nefasta escena” que tiene la posibilidad de infectar una generación con ideas y comportamientos repudiados por la heteronormativa conservadora y fundamentalista. ¡Aseveración absurda, considerando la hipersexualidad y violencia exacerbada que invaden los cines o plataformas de streaming! No se boicotean porque la razón domina indicando que el cine es arte, un medio más para ejercitar la libertad de expresión que tenemos por derecho humano y constitucional.
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