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Es dogma de vida que el exgobernador Ricardo Rosselló Nevares habrá contemplado desde que asimiló la terrible tragedia que en 2019 lo llevó a renunciar sin completar el cuatrienio. Era cuestión de tiempo que emprendiera una faena para la rehabilitación política y reconciliarse con el pueblo estadista que lo llevó al más alto puesto electivo, que lloró su caída y que nunca cesó de expresarle compasión y darle muestras de adhesión. La elección especial de este próximo domingo para escoger seis cabilderos estadistas a manera de simbólica delegación congresional enviada a Washington fue poderosa tentación para “levantarse a pelear otra vez”.
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