La arrogancia de un ser humano va en proporción directa, no con lo que le importe la vida de un perro, o con lo que haga con la vida de un perro, sino con lo que, de manera consciente o inconsciente, directa o indirecta, provoca en la sensibilidad de los demás, de aquellos que ven cómo comete el acto, y el mensaje que eso lleva implícito: a la menor provocación tiro del arma, disparo dos veces, y si el objeto de mi ira agoniza, busco nuevamente la pistola y le descerrajó otro tiro en la cabeza. Es el relato que ha hecho la Policía al arrestar al ciudadano Salil Zaveri.
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