La tragedia del pueblo venezolano se ha multiplicado exponencialmente y no parece haber una solución pronta a la vista, por los diversos intereses que chocan abiertamente, escribe Marcia Rivera
La tragedia del pueblo venezolano se ha multiplicado exponencialmente y no parece haber una solución pronta a la vista, por los diversos intereses que chocan abiertamente, escribe Marcia Rivera
El domingo, 28 de julio de 2024, la población venezolana dio una muestra de civismo durante toda la jornada electoral. Los votantes ejercieron masivamente el derecho al sufragio pacífica y ordenadamente, aunque el Observatorio Electoral Venezolano, una entidad independiente, expresara que algunos centros de votación habían reportado dificultades para que los testigos electorales pudieran obtener las actas de escrutinio, pieza fundamental para fiscalizar resultados. No obstante, tras el cierre de los centros de votación, la población aguardó con paciencia y esperanza, según fueran sus preferencias, por resultados que pronto debían recibirse. Confiaban en la alta tecnología y eficiencia del sistema de votaciones del país. Sin embargo, el proceso de conciliar y transmitir los resultados trastocó esa expectativa y tiró por la borda la posibilidad de que fluyera el proceso democrático.
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