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La campaña primarista está en su pico. Las imágenes invaden violentamente tu pupila. El sonido golpea sin compasión el tímpano, el cerebro intenta rechazar la información que detecta como banal, dañina a tu intelecto, pero algo se cuela y se disparan las emociones. El hastío es inevitable. Habrá que imitar a Moisés en el Monte Sinaí en estos 40 días que faltan para las elecciones internas de las tribus hermanas del bipartidismo y pedirle a Jehová que nos de paciencia para soportar el manipuleo de unos políticos cuyas tablas de la ley se reducen a la sentencia del profeta René Pérez: Se vale to’ to’ to.
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