Se hace imperiosa la promoción de actividades creativas que nos permitan distraernos y activarnos dentro del hogar. Añadamos dentro de esas actividades la comunicación abierta y asertiva, escribe Yazmín Álvarez Alatorre
Se hace imperiosa la promoción de actividades creativas que nos permitan distraernos y activarnos dentro del hogar. Añadamos dentro de esas actividades la comunicación abierta y asertiva, escribe Yazmín Álvarez Alatorre
Llegó la época que representa para muchos esperanza, fe y unión familiar. Independientemente de las creencias religiosas o espirituales de cada quien, diciembre está lleno de estímulos que evocan sentimientos profundos. Luces, villancicos, árboles en los topes de los vehículos y familias planificando encuentros. Es casi imposible no percibir ese ambiente especial que ya sea por tradición, cultura o religión forma parte de nuestra vida desde noviembre hasta enero. Muchos experimentan sensaciones agridulces estos días en los que por fuera hay mucha luz y sonidos alegres, pero por dentro llevan los más grandes silencios… silencios de angustia, de vacío, de soledad. La depresión acompaña a muchos debajo del vestido de fiesta y se esconde detrás de la sonrisa que se supone combine con nuestro atuendo. En países donde el invierno se pinta de colores grises y fríos, se acrecienta el sentimiento de desesperanza en personas vulnerables a depresión. Sin embargo, el clima no define el estado depresivo, pues el invierno emocional duele igual en cualquier entorno. Ahora… ¿qué pasa con esta sensación durante una pandemia? Si sentirse solo en compañía es difícil de comprender, imagínese sentirse solo estando solo.
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