La literatura no está hecha para derrocar regímenes ni para complacer el abominable correctismo tan de moda; la literatura es una sociedad sin Estado, nos recuerda un escritor, escribe Cezanne Cardona
La literatura no está hecha para derrocar regímenes ni para complacer el abominable correctismo tan de moda; la literatura es una sociedad sin Estado, nos recuerda un escritor, escribe Cezanne Cardona
El anuncio apareció en el expreso PR-22, pocos días después de que Daniel Ortega -el rancio dictador de Nicaragua- ordenara la detención de la novela más reciente de Sergio Ramírez. Lo puso allí, imagino, un detective privado con suficiente sentido del humor y dinero como para pagar un anuncio en una valla publicitaria, alta y enorme, justo al lado de una gasolinera entre Cataño y Bayamón. “Huele a cuernos: llámenos”, dice en letras enormes, acompañado de un número de teléfono y un emoji de una mano en señal de cuernos, ese gesto con el que extrañamente se igualan los rockeros nostálgicos y los baladistas masoquistas. ¿Y qué tiene que ver este anuncio con Sergio Ramírez?
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