Quizás algo productivo que podemos sacar del caso es entender que el país al cual aspiramos no puede lograrse a base de dedicar tanto tiempo al entretenimiento y a las ‘noticias compradas’, escribe Julio E. Fontanet Maldonado
Quizás algo productivo que podemos sacar del caso es entender que el país al cual aspiramos no puede lograrse a base de dedicar tanto tiempo al entretenimiento y a las ‘noticias compradas’, escribe Julio E. Fontanet Maldonado
Llama la atención el sentimiento de indignación colectiva generado por la información difundida en el caso de la persona conocida como Sixto George. No me refiero al aspecto técnico legal —si se configuró o no el delito de extorsión—, sino, específicamente, a lo que, por lo visto, es una práctica usual: la de pagarle a personas a cargo de programas de entretenimiento y a los “influencers” para que digan información que los que pagan quieren que se divulgue. Es decir: es irrelevante si la información es cierta o falsa, si está corroborada o no. Se trata, básicamente, de comprar un espacio como si fuera un anuncio. Lo único positivo de todo esto ha sido que la oferta de comprar el espacio o la opinión favorable se ha limitado a ese tipo de programas y no a programas tradicionales de noticias.
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