Cedo el Bocadillo a Marcel Proust, autor de “En busca del tiempo perdido”, una de las grandes obras de la literatura del siglo XX. De los 7 volúmenes, cito un pasaje del cuarto: “Sodoma y Gomorra”. En contexto, el personaje que cuenta la historia, se burla de cómo habla la empleada doméstica, Francisca: “Entonces (con un tono suave(...) para que mi respuesta mentirosa pareciese la expresión no de mi enojo, sino de la verdad) (...) dirigí estas crueles palabras a Francisca: ‘-Es usted excelente -le dije en tono meloso-, es usted amable, tiene mil cualidades, pero está en el mismo punto que el día de su llegada a París, tanto para conocer cosas del vestir como para pronunciar bien las palabras y no incurrir en vicios de pronunciación’. Y el reproche era particularmente estúpido, porque esas palabras francesas que nos enorgullecen tanto no son otra cosa que vicios de pronunciación producidos por bocas galas que pronunciaban equivocadamente el latín (...), ya que nuestra lengua no es más que la pronunciación defectuosa de otras. El genio lingüístico en estado vivo, el porvenir y el pasado del francés, he aquí lo que debía haberme interesado en los errores de Francisca. La ‘azurcidora’ por la ‘zurcidora’ ¿no era acaso tan curioso como esos animales sobrevivientes de las épocas lejanas, como la ballena o la jirafa, que nos indican las etapas que atravesó la vida animal?”. Solo Proust.
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SODOMA Y GOMORRA
La lingüista Aida Vergne el Bocadillo a Marcel Proust, autor de "En busca del tiempo perdido”.