En la isla hay que priorizar en la erradicación de la pobreza, en la creación de riqueza productiva, y en la generación de producción, ingresos y puestos de trabajo permanentes y bien pagos, escribe Edwin Irizarry Mora
En la isla hay que priorizar en la erradicación de la pobreza, en la creación de riqueza productiva, y en la generación de producción, ingresos y puestos de trabajo permanentes y bien pagos, escribe Edwin Irizarry Mora
En abril de 2006 la economía de Puerto Rico entró oficialmente en recesión. Con el paso de los años esta se convirtió en una depresión económica sin precedentes en las pasadas ocho décadas. Para el año 2021, cuando presuntamente culmina la recesión, la capacidad productiva del país se había contraído en una quinta parte (20%), y el número de personas empleadas, según la Encuesta de Vivienda del Departamento del Trabajo, se había reducido en más de doscientos veinticinco mil (225,000), una caída también cercana al 20%. En otras palabras, luego de 15 años de profunda contracción macroeconómica, el tamaño de la economía puertorriqueña era considerablemente menor que a principios de siglo. Las implicaciones y consecuencias concretas que nos ha legado esta cruda realidad han producido gran incertidumbre en la mayor parte de nuestra población.
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