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Sobre el ordenamiento legal, preocupan los fundamentos que el Tribunal Supremo de Estados Unidos utilizó en Dobbs y en otros casos, para sostener posturas retrógradas y conservadoras, escribe Emmalind García

27 de junio de 2022 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.
Mujeres se manifiestan frente al Tribunal Supremo de Estados Unidos tras filtrarse borrador de fallo que ilegalizaría el aborto.
Mujeres se manifiestan frente al Tribunal Supremo de Estados Unidos tras filtrarse borrador de fallo que ilegalizaría el aborto. (The Associated Press)

La decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos en Dobbs vs. Jackson es muy preocupante para ciudadanos sujetos a un ordenamiento legal. La ideología sobre mayores poderes a los estados para decidir asuntos sobre sus constituyentes se venía discutiendo en el alto foro hace años. Sus exponentes eran los jueces Antonin Scalia y Clarence Thomas. A partir del nombramiento del juez Neil Gorsuch, este se convirtió en su máximo exponente. En el 2019, en el caso Gundy vs. United States, Gorsuch en su disidencia criticó al juez Samuel Alito porque se unió a jueces liberales y al juez presidente, John G. Roberts, para hacer una mayoría en contra de una actuación administrativa. A dicha crítica, Alito respondió que cuando el Tribunal estuviera dispuesto a derogar precedentes, en ese caso refiriéndose a la delegación de poderes a agencias, él se uniría en ese esfuerzo. Luego de esa decisión y tras la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, entraron al Tribunal los jueces Brett Kavanaugh y Amy C. Barret, configurando la nueva mayoría conservadora que compone hoy el Tribunal Supremo, y que ha emitido el nefasto caso sobre el aborto.

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