Es un tiempo de gran incertidumbre para la gente de Haití ante la situación del terremoto y las réplicas en medio del COVID-19, una temporada de huracanes, pobreza y el asesinato reciente de su presidente, escribe Christa von Hillebrandt-Andrade
Es un tiempo de gran incertidumbre para la gente de Haití ante la situación del terremoto y las réplicas en medio del COVID-19, una temporada de huracanes, pobreza y el asesinato reciente de su presidente, escribe Christa von Hillebrandt-Andrade
Han pasado solo 11 años y Haití nuevamente gime de dolor ante un terremoto, esta vez de magnitud 7.2. Aun no habiéndose recuperado de ese terremoto devastador de magnitud 7.0 del 12 de enero de 2010, que causó la muerte de unas 250,000 personas y en el medio de una pandemia, pronóstico de tormenta tropical e inestabilidad política y social, sufren este nuevo golpe. Las noticias llegan lentamente (lo que en sí es una mala señal) de que hay edificios colapsados y seguramente muchas muertes, mientras que los millones de personas que se salvaron experimentan incertidumbre, miedo y preocupación.
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