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Nos salvaron durante la pandemia. Las clases, las reuniones y hasta los encuentros familiares virtuales fueron parte indispensable de nuestro día a día en los momentos más duros. Acogimos con entusiasmo las compras en línea y el acceso remoto a múltiples servicios privados y públicos, al fin, que antes eran imposibles en Puerto Rico (¡ya era hora!, exclamamos). Toda nuestra vida se volcó, a un paso vertiginoso, hacia la tecnología en sus múltiples formas. El uso de las redes sociales creció de manera exponencial, incluso entre sectores y grupos de edad que no las usaban, en búsqueda de la última información en cualquier rincón del mundo, entretenimiento y compañía. Muchos cambios llegaron para quedarse. ¿Quién en su sano juicio puede cuestionar la tecnología y las redes sociales que nos hacen la vida más llevadera?
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