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TOBALLAS SIGLO DE ORO

La lingüista Aida Vergne comenta sobre la evolución de la palabra toalla.

12 de octubre de 2014 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.

No está en el diccionario de Cobarruvias (el primero by the way), pero encontramos toballas en el primer diccionario de la REAL. ¿No me cree? Página 286, en pleno Siglo de Oro, cuando se pensaba que la lengua había alcanzado su máximo esplendor (¿?) Así pues, los eruditos de la torre de marfil, secaban sus cuerpos desnudos con toballas, tobajas, tohallas o toallas. También usaban toalletas y tobelletas. La toballa que se escucha en lengua oral en Puerto Rico, era pues, una palabra usual en el Siglo de ORO. Para que usted vea cómo hasta el Oro se convierte en estiércol. OJO: si, hoy día, usted se seca con una toballa, quedará seco, y “bruto”, pues la toballa está muy estigmatizada. Pero sigamos a ver si no resbalamos con este mojado asunto. La toalla contemporánea, la distinguida, la prestigiosa, nos llega de la antigua tobaja. Está emparentada con toba, que en Madrid es el sarro que se acumula en los dientes de los madrileños, por supuesto. En Puerto Rico, la toba es el sucio que acumulamos en todo el cuerpo luego de un día de trabajo fuerte y agitado. Aquí, toba es mugre y sucio pegajos. Nada, le repito que toballa está muy estigmatizada. Pero mire qué cosa tan graciosa. Nos secamos con la toalla, y nos comemos ese tejido esponjoso del estómago de la res. Sí, las toallas del mondongo. Yummy Yummy.

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