En un contexto local y global en el que los partidos políticos nos invitan a la polarización, quienes seguimos a Jesús tenemos la responsabilidad de funcionar de una forma diferente: unidad en la diversidad, escribe Eric A. Hernández López
En un contexto local y global en el que los partidos políticos nos invitan a la polarización, quienes seguimos a Jesús tenemos la responsabilidad de funcionar de una forma diferente: unidad en la diversidad, escribe Eric A. Hernández López
No todo en la vida es blanco y negro. La vida tiene matices. Aunque la creación de categorías pudiera resultar beneficioso para analizar y entender la vida, la realidad es que los seres humanos somos mucho más que categorías. En el escenario religioso, por ejemplo, quienes seguimos a Jesús como líder, maestro y profeta, somos tentados a darle más importancia a nuestra afiliación denominacional (ej. metodista, bautista, luterano, católico, pentecostal, entre otros) que a la identidad cristiana que compartimos. Sin restarle importancia a esta diversidad y el rol importante que la misma juega en la sociedad y la iglesia, debemos tener cuidado de impedir que las etiquetas nos impidan unirnos como discípulos y discípulas de Jesús para transformar nuestras comunidades.
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