Es hora ya de que el FBI presupueste una partida para un dramaturgo o un crítico literario -tan escasos en el país- si no quieren que los corruptos se libren de los cargos imputados por un tecnicismo, escribe Cezanne Cardona Morales
Es hora ya de que el FBI presupueste una partida para un dramaturgo o un crítico literario -tan escasos en el país- si no quieren que los corruptos se libren de los cargos imputados por un tecnicismo, escribe Cezanne Cardona Morales
Al FBI le hace falta un dramaturgo, ¡urgente! Y lo más sorprendente es que esta no es la primera vez que alguien lo sugiere. René Marqués en La casa sin reloj (Comedia antipoética en dos absurdos y un final razonable) insinuó que los detectives que allanaban casas también ansiaban leer buenos libros. “¿Termina bien esta novela?” preguntó uno de los detectives que registraba la casa de Micaela. De hecho, mientras uno de los detectives rebusca pistas por la casa, el otro saca sus espejuelos del bolsillo y se recuesta del anaquel para hojear con más calma la novela. Poco antes de marcharse a regañadientes, el detective devuelve el libro al estante y dice, algo triste: “¿De veras que el tipo ese no se casa con la muchacha rubia?”
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