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Un modelo de liderazgo para el empresariado familiar

Antonio Luis Ferré ha sido un valioso modelo de liderazgo para el empresariado familiar en Puerto Rico y en nuestra region, escribe Alfredo Carrasquillo

21 de junio de 2024 - 8:30 PM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.
Antonio Luis Ferré, fundador de El Nuevo Día y Primera Hora
Antonio Luis Ferré, fundador de El Nuevo Día y Primera Hora posa con algunos empleados en la imprenta de los rotativos. (El Nuevo Día)

Conversaba ayer con el equipo de líderes de una de las principales empresas de seguro de salud del país sobre la importancia de transformar las prácticas de liderazgo para poder hacer frente, con éxito, a los desafíos que la pandemia y la diversidad generacional han traído al mundo del trabajo. Muchas de las claves para liderar efectivamente hoy, según le relataba a mi audiencia en ese foro de directivos, radica en la dedicación genuina a cuidar la experiencia del empleado y comprometerse a contribuir al desarrollo del talento a cargo.

Al salir de dicho encuentro, pensaba cómo don Antonio Luis Ferré Ramírez de Arellano fue un adelantado a sus tiempos. El ejercicio de su liderazgo, como han podido testimoniar muchos periodistas y ejecutivos del grupo empresarial que creció, se caracterizó justamente por un estilo de cercanía y apertura, de respeto al trabajador, y de un compromiso sostenido con dedicar tiempo de calidad a inspirar, motivar y reconocer el buen desempeño.

Antonio Luis Ferré
Antonio Luis Ferré ha sido un valioso modelo de liderazgo para el empresariado familiar en Puerto Rico y en nuestra region, escribe Alfredo Carrasquillo (El Nuevo Día)

En 2018, pude conversar con buena parte de los empleados del Grupo Ferré Rangel como parte de una encomienda profesional y me conmovió escuchar múltiples testimonios de quienes compartieron años de trabajo con él y que suspiraban recordando su afecto, sus modos de saludarlos y preocuparse por sus familias, y el inmenso respeto que les transmitía al reconocerlos como profesionales responsables de tareas de gran relevancia para el país.

Sin lugar a duda, esos testimonios y tantos más que se han vertido en los medios y en las redes tras su partida, dan cuenta de un líder de empresa familiar que reconoce el valor del capital socioemocional para la salud, el compromiso y el crecimiento de las empresas de familia. La creación de capital socioemocional surge del compromiso del liderato de una familia empresaria por nutrir relaciones sociales vinculantes, compromiso con un legado y por honrar el lugar de las emociones en las interacciones al interior de la familia, las empresas y el ecosistema en el que operan.

De ahí que don Antonio Luis sea un valioso modelo de liderazgo para el empresariado familiar en Puerto Rico y en nuestra región, como resultado de una vida bien vida en la que ejerció como sucesor, continuador y transmisor de unos valores, un legado y una ética de trabajo a las generaciones que han continuado y habrán de continuar su trabajo. Pero es igualmente un ejemplo importante en muchas otras dimensiones de las que me permito destacar tres.

Frente a ejecutivos con visiones de mundo bastante unidimensionales y hasta peligrosamente llanas, don Antonio Luis cultivó una notable vocación renacentista y apetito por la cultura y el conocimiento en campos diversos.

A diferencia de líderes que limitan su actividad solidaria a lo que el mexicano Manuel Arango llamaba la filantropía de chequera y la foto para hacer algo de relaciones públicas, don Antonio Luis dio muestras de un compromiso sostenido con la inversión social en causas imprescindibles para el país.

Y a contrapelo de la cobardía de muchos directivos cuando de desafiar liderazgos políticos díscolos se trata, don Antonio Luis fue valiente defensor de libertades que deberían concernirnos a todos.

Gracias por el ejemplo generoso de una vida bien vivida.

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