Lo que todavía no se ve es un diálogo constructivo sobre cómo habilitar una economía cuyo futuro no esté dictado por el Plan de Ajuste—o el legado de Promesa—, ni por la huella pasajera de una bonanza de fondos federales, escribe Juan Lara
Lo que todavía no se ve es un diálogo constructivo sobre cómo habilitar una economía cuyo futuro no esté dictado por el Plan de Ajuste—o el legado de Promesa—, ni por la huella pasajera de una bonanza de fondos federales, escribe Juan Lara
Las vistas sobre el plan de ajuste de deuda (PDA) en la corte de la jueza Laura Taylor Swain han sido un proceso trascendental y aburrido. Trascendental porque lo que se está dirimiendo en el proceso tendrá repercusiones duraderas y abarcadoras para las generaciones presentes y futuras. Aburrido porque no se ha visto ningún debate animado ni argumentaciones apasionadas, sino día tras día de testimonios monótonos sobre conclusiones económicas y financieras, y sobre discrepancias legales y procesales.
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