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En casi todos los países del mundo existe una institución que sirve como sede de los representantes del pueblo: ya sea el parlamento canadiense en Ottawa, la Asamblea Nacional en París, el parlamento de Escocia en Holyrood (Edimburgo), el parlamento vasco en Vitoria, o la Asamblea de Irlanda del Norte en Stormont. Para las naciones pequeñas sin soberanía plena, la práctica diaria de la democracia liberal subraya la importancia de sus parlamentos como instituciones que personifican colectivamente la expresión democrática de un país pequeño y su peculiaridad dentro de un estado más grande. El problema con la legislatura puertorriqueña es que opera dentro de las limitaciones de un autonomismo hiper-subordinado. Hagamos uso de la imaginación: ¿cómo sería el parlamento de Puerto Rico si fuese una institución no colonial?
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