Celebramos la vocación de los educadores en Puerto Rico, pero no las limitaciones enormes para hacer su trabajo con excelencia, escribe Ana María García Blanco
Celebramos la vocación de los educadores en Puerto Rico, pero no las limitaciones enormes para hacer su trabajo con excelencia, escribe Ana María García Blanco
Las reformas educativas exitosas, que observamos en la década de los ‘60 y ‘70 en el Sur de Francia, Puerto Rico y Brasil a través del trabajo de pedagogos como Ángel Quintero Alfaro, Celestín Freinet y Paulo Freire, parten todas de la mesa de trabajo compartido del magisterio. Algo parecido hemos visto florecer en Finlandia más recientemente. Esta colectividad es la que sabe de la niñez, de su desarrollo y de las prácticas efectivas para el óptimo aprendizaje. Es la que convive a diario con la generación que sube. Son ellos y ellas, los científicos de la educación.
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