Es fascinante como estas tres juezas recuperan el sentido común dentro de la insólita madeja jurídica que el acusado Donald Trump desarrollaba en su intento por lacerar la legalidad existente, escribe Carlos Ramos González
Es fascinante como estas tres juezas recuperan el sentido común dentro de la insólita madeja jurídica que el acusado Donald Trump desarrollaba en su intento por lacerar la legalidad existente, escribe Carlos Ramos González
Como presidente, como ciudadano expresidente o como candidato nuevamente a la presidencia, Donald Trump siempre ha expresado o actuado conforme sus creencias personales. Suele ser diáfano: el mundo debe girar alrededor de su persona y sus intereses. Por ello desprecia el estado de derecho existente en Estados Unidos. Es decir, rechaza que ese gobierno se guíe por leyes donde todas las personas formalmente estén sometidas por igual al “imperio de la ley”. Su brújula moral o norte es egocéntrica. No hay límites. Le funcionó muy bien como ciudadano privado, la reprodujo como presidente e intenta repetirlo en sus aspiraciones de volver al máximo poder público norteamericano.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: