Es imperioso poner fin a la impunidad de quienes ejercen la violencia contra las mujeres y de quienes la alimentan, escribe Esther Vicente
Es imperioso poner fin a la impunidad de quienes ejercen la violencia contra las mujeres y de quienes la alimentan, escribe Esther Vicente
La violencia contra las mujeres que se manifiesta de múltiples maneras, no es violencia íntima; es producto de acciones individuales, públicas, políticas, institucionales y estructurales. Cuando un hombre quien es pareja o expareja de una mujer la agrede de forma física, verbal, sexual o económica y aun cuando la asesina y la lanza desde un puente a una laguna, toda la sociedad en su conjunto, de una forma u otra participó en el acto. Lamento decirlo, pero a pesar de décadas de denuncia, de talleres a funcionarios públicos, jueces, fiscales, policías, iglesias, escuelas, universidades, y a pesar de miles de mujeres cuyas vidas se ven destrozadas física y emocionalmente, el respeto por nosotras, nuestros cuerpos y nuestras vidas se ha nublado y parece desaparecer.
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