El designado secretario debió al menos haber guardado la forma de hombre con criterio propio, independiente e imparcial, escribe Hiram Sánchez Martínez
El designado secretario debió al menos haber guardado la forma de hombre con criterio propio, independiente e imparcial, escribe Hiram Sánchez Martínez
Lo de estos días me hizo recordar un cuento de Gabriel García Márquez en el que Dámaso, el protagonista, escaló de madrugada el cafetín del pueblo y, al no encontrar nada que llevarse, se robó las bolas del billar, privando a los hombres del pueblo de su único entretenimiento posible. Durante días, cundió el aburrimiento y hasta inculparon a otro hombre al que se llevaron preso. Una madrugada de luna clara, Dámaso, borracho y contra el consejo de su mujer, decidió remediar la situación de aburrimiento y volvió a escalar el cafetín, esta vez para devolver las bolas de billar a su lugar de origen. Sin embargo, el dueño del cafetín, que había informado falsamente a las autoridades que le habían robado también 200 pesos, lo sorprendió y al atraparlo pronunció la frase lapidaria con la que termina el cuento: ahora te sacarán del pellejo esos 200 pesos “no tanto por ratero sino por bruto”.
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