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Toda estructura baila de forma particular, según sus características y el “son que le toquen”. Alejo Carpentier encontró el son que le gusta a los árboles - el de una brisa fresca - y nos regaló las siguientes dos oraciones que forman parte de uno de los párrafos sensacionales de la literatura: “Así, he descubierto, de pronto, en un segundo fulgurante, que existe una Danza de los Árboles. No son todos los que conocen el secreto de bailar con el viento”.
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