Los tóxicos que se encuentran en el ambiente perjudican tanto a las personas con diagnósticos cardíacos como a quienes parecieran no tener problemas con la salud cardiovascular
Los tóxicos que se encuentran en el ambiente perjudican tanto a las personas con diagnósticos cardíacos como a quienes parecieran no tener problemas con la salud cardiovascular
Para la población en general, la contaminación ambiental perjudica el sistema respiratorio, mas se ignora el impacto del medio ambiente en la salud cardiovascular.
“La mayor preocupación de los pacientes que llegan a la oficina en términos de contaminación y particulado está relacionada con los síntomas respiratorios. Aunque los desperdicios de los automóviles, por ejemplo, pueden presentar síntomas respiratorios, la realidad es que también pueden tener un efecto directo en el desarrollo de la enfermedad de las arterias”, sostuvo el expresidente de la Sociedad Puertorriqueña de Cardiología (SPC), Gilberto Rivera Gautier.
De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), investigaciones han evidenciado que la exposición, a largo plazo, a materia de partículas finas puede impactar las enfermedades del corazón.
Este particulado de 2.5 micrómetros o menos de tamaño se encuentra, principalmente, en las emisiones de vehículos de motor, generadores eléctricos, industrias y fuegos forestales.
“Esos contaminantes que tienen diámetros bien pequeñitos tienen la capacidad de entrar más profundo a nivel pulmonar e incluso pueden llegar al torrente sanguíneo, teniendo una respuesta inflamatoria que va a fomentar el desarrollo de la enfermedad cardiovascular”, explicó Rivera Gautier.
Según la Federación Mundial del Corazón (WHF, por sus siglas en inglés), cerca del 20% de las muertes por enfermedades cardiovasculares, en 2019, se debieron a la contaminación del aire. Asimismo, la pobre calidad medioambiental se convirtió en el cuarto factor de riesgo de mortalidad para los pacientes cardíacos, por encima del colesterol y el índice de masa alto, la inactividad física y el consumo de alcohol.
Sobre el polvo común como el polen o el producido por hongos, el expresidente de la SPC aclaró que, como su tamaño es de 10 micrómetros o menos, provoca padecimientos respiratorios, pero no cardíacos.
La contaminación ambiental persigue tanto a las personas que han sido diagnosticadas con algún padecimiento cardiovascular o que, de acuerdo con su estilo de vida, genética o edad, se encuentran en camino a ello como a quienes no cuentan con factores de riesgo causantes de la enfermedad cardíaca.
“La persona que tiene una enfermedad cardiovascular o pulmonar y se expone a contaminantes aumentará el riesgo de que su padecimiento se complique a corto y largo. Una persona que está saludable puede pasar mucho más tiempo expuesta a la contaminación ambiental antes de enfermarse, pero una persona que ya está enferma va a sufrir un deterioro de su salud más temprano”, subrayó Rivera Gautier.
Por lo mismo, el cardiólogo recomendó que las personas con padecimientos cardíacos residan en áreas rurales y que, en caso de vivir en la parte urbana, lo hagan en lugares que estén rodeados de vegetación. La flora no solo proveerá más oxígeno, sino que también fungirá como filtro ante la contaminación ambiental.
Asimismo, el expresidente de la SPC indicó que se debe evitar cocinar con leña o carbón. En cuanto al uso de estufas y secadoras de ropa, dijo que es preferible utilizar equipo eléctrico por encima del gas propano.
“Si la estufa o secadora de gas se utilizan esporádicamente, quizás no tengan un mayor efecto en la salud cardiovascular, pero, si se usa todos los días, el impacto puede ser perjudicial. Lo ideal es usar equipo eléctrico que esté alimentado de energía solar”, indicó Rivera Gautier.
Por su parte, el cardiólogo Reynerio Pérez Ramírez resaltó la importancia de vivir en una casa en la que haya flujo del aire, especialmente por los químicos a los que las personas se exponen al utilizar pinturas, pesticidas o productos de limpieza. De igual forma, destacó que el agua contaminada por altos niveles de plomo y arsénico podría aumentar la probabilidad de que se presenten padecimientos cardiovasculares, y, por tanto, recomendó estar atento a los informes de la EPA.
El cambio climático, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se refiere a las transformaciones, a largo plazo, de las temperaturas y patrones ambientales, que pueden ser naturales o provocadas por el ser humano.
Sin embargo, desde principios de este siglo, las actividades humanas han sido las causantes principales de este cambio debido a la quema de combustibles fósiles como el carbón, petróleo y el gas. El uso de estas fuentes de energía emite gases de efecto invernadero, elevando las temperaturas de la tierra y acelerando el calentamiento global. Los huracanes que afectan a Puerto Rico son uno de los efectos de estas transformaciones.
“Se ha documentado que, en episodios donde hay terremotos o huracanes, aumentan los problemas cardiovasculares por situaciones de estrés, tensión o ansiedad que sufren las personas al sobrevivir a estos eventos”, sostuvo el cardiólogo Luis Molinary Fernández.
“Nuestro trabajo, como sociedad, es desarrollar fuentes de energías más limpias, y es un lugar al que no solo se debe dirigir Puerto Rico, sino el mundo entero. De lo contrario, lo que les espera a nuestros nietos es bien triste”, concluyó el expresidente de la SPC.
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