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Docentes expertos en inteligencia artificial opinan sobre las oportunidades y los retos de esta tecnología

Ofrece un mundo de posibilidades en la educación universitaria

23 de enero de 2025 - 7:44 AM

Con la incursión de la inteligencia artificial en los salones de clase, veremos una educación de avanzada con los docentes como facilitadores del proceso de aprendizaje, pero no siendo la fuente principal de la educación. (Shutterstock)

La inteligencia artificial (IA) se adentra cada vez más en nuestra cotidianidad y se hace imprescindible adaptarnos a ella, tanto a nivel personal y profesional, como en el ámbito académico.

Uno de los sectores que la inteligencia artificial ha transformado es la educación, cambiando las reglas del juego en la enseñanza tradicional. Por esto, preguntamos la opinión de algunos profesores expertos en el tema, quienes hablaron acerca de las oportunidades y los retos de este fenómeno tecnológico.

Su impacto en la educación

El doctor Edgar Rodríguez, catedrático de Administración de Empresas de la Pontificia Universidad Católica en Ponce (UCPR), quien ha brindado conferencias relacionadas con la IA, estableció que esta tecnología es un paso trascendental para las universidades. “Ha impactado la productividad en todas las áreas y ha mejorado otras. Ha venido a proveer eficiencia y, por eso, los altos niveles de adopción”, explicó Rodríguez, quien, aun así, ve en la isla un desarrollo de la IA “más lento de lo que quisiéramos”.

Por su parte, el doctor Marcos Vélez, catedrático auxiliar de la Universidad Ana G. Méndez (UAGM), Recinto de Carolina, encargado de capacitar a los docentes de varias universidades en el tema de la IA, sostuvo que esta tecnología ha impactado la educación de dos maneras. “Primero, los docentes han tenido que conocer una nueva tecnología y tratar de discernir si los trabajos de los estudiantes son originales o hechos con la IA. Segundo, los estudiantes ahora tienen a la mano una tecnología superavanzada donde deben aprender a utilizarla como ayuda en el proceso de estudios, una colaboración, y a superar la tentación de que la IA tiene la capacidad de hacer las tareas que hacen”, señaló.

Asimismo, Julio Hernández, profesor asociado de la Universidad Politécnica de Puerto Rico (UPPR) e ingeniero electricista que posee una maestría en IA y telecomunicaciones, dijo que “la IA ha cambiado la manera en la que se aprende y se enseña”.

“Los estudiantes pueden acceder a la información en forma clara y personalizada con un asistente virtual. Además, los profesores podemos utilizar la IA para analizar el progreso de un estudiante y crear estrategias más efectivas para la enseñanza”, describió Hernández.

En el caso de Ricardo González Méndez, catedrático de Ciencias Radiológicas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Ciencias Médicas (RCM), “el impacto de la IA ha sido súbito”.

“Es un cambio del 2021 y 2022 para acá, y estamos comenzando a ajustarnos. Es importante entender que la educación superior es más lenta, adaptándose que otros campos”, reconoció el catedrático del RCM, quien tiene un expertise en biofísica y lleva 25 años en la investigación en las áreas de informática y análisis de datos clínicos.

El dilema ético

A pesar de las grandes posibilidades de esta tecnología, muchos temen el impacto negativo que pueda tener en el aprendizaje, por los aspectos éticos, y en esto coinciden los profesores.

“Es importante que ese uso esté enmarcado, no solo en las ventajas, sino también en el conocimiento de las limitaciones de esa herramienta. Ese desconocimiento de no saber para qué se debe usar y para qué no se debe usar es de los aspectos que más me preocupan”, comentó el profesor Rodríguez.

“Es un reto diferenciar si un escrito es un documento creado por una persona o por IA y los estudiantes pudieran estar utilizando la IA de una manera tan agresiva que no les permita tener pensamiento crítico y desarrollar su talento. Si la usamos como herramienta, perfecto; si la usamos como pulmón, en el momento en que ese pulmón colapse, colapsaste también”, afirmó Hernández.

Por su parte, el profesor González admitió su preocupación por el uso de la IA, pero prefirió dar un paso al frente para incorporar reglas para el uso de la herramienta en sus cursos graduados. “Establecí cómo y cuándo utilizar la IA porque, desde un punto de vista no solo académico y operacional, sino hasta legal, si no le digo al estudiante cómo y cuándo la puede usar, el estudiante la puede usar como él quiera. Y, si voy a usar una herramienta para detectar plagio, se lo tengo que advertir al estudiante porque, si no, estaría violentando sus derechos”, advirtió el catedrático.

Colaborador tecnológico

Por su parte, Vélez indicó que, aunque está de acuerdo con el reto ético que presenta la IA, “son más las cosas positivas”.

“Más allá de las amenazas que todos ven y que yo también veo, creo que hay muchas oportunidades porque es un colaborador tecnológico. Ahora tenemos tecnología que nos permite multiplicarnos y dedicar menos tiempo a un trabajo administrativo que antes nos tomaba horas. Ahora, por ejemplo, puedo dedicarle más tiempo a ayudar al estudiante en su proceso de aprendizaje y a trabajar con la dinámica de clases”, destacó el profesor de UAGM.

Al ser una herramienta con pocos años entre nosotros, aún resta un largo camino por recorrer, pero los profesores resaltan que las universidades están encaminadas a la adaptación, por medio de adiestramientos, cambios de política y la creación de cursos relacionados con el campo de la IA.

“Llevamos escasamente dos años desde que esta tecnología salió a la luz pública y las universidades han creado políticas y tienen un marco regulatorio. Los docentes se están educando en este proceso y yo he tenido la oportunidad de formar a docentes de muchas universidades para que aprendan a integrarla en sus salones de clases”, afirmó el doctor Vélez.

“Ahora, las universidades han integrado cursos de IA, como es el caso de la Politécnica, donde tenemos cursos y contamos con plataformas que utilizan la IA tanto para los estudiantes como para los profesores. También enseñamos ética sobre el uso de la IA para que esos futuros profesionales tengan una manera responsable de utilizarla”, explicó el profesor Hernández.

En el caso de la UPR, González afirmó que llevan dos años trabajando en la política del uso de la IA y “está en el proceso final de convertirse en un reglamento universitario”.

Mientras, el profesor Rodríguez informó que la Pontificia Universidad Católica ya creó un curso electivo para bachillerato llamado Introducción al Fundamento de la Inteligencia Artificial, el cual está pendiente de aprobación.

“En los próximos cinco años, la IA generativa va a ser una de las herramientas más importantes para el proceso de enseñanza y aprendizaje, no solo a nivel de universidades, sino también de kínder a duodécimo. Veo como obstáculo a los mismos profesores, pero si ellos se integran a la capacidad creadora que tiene la IA, entonces, podrían utilizar la inteligencia artificial generativa para potenciar el pensamiento crítico y la toma de decisiones de los estudiantes”, auguró Rodríguez.

¿En qué etapa está la adopción de la AI?

Según González, estamos en un “momento transformacional”, sobre todo para la educación de nuestra clase médica. “En los próximos cinco años, entiendo que mis estudiantes van a estar utilizando muchas herramientas con IA porque la medicina se está moviendo rápidamente. Por eso, nosotros, en la medida en que vayamos a hacer un nuevo currículo, vamos a ir incorporando destrezas para que el estudiante de medicina aprenda a utilizar las herramientas que tienen inteligencia artificial”, pronosticó.

Al profesor Hernández le parece que ese futuro puede ser tan cercano como en “dos a seis meses” y que la IA facilitará y ayudará a los profesores a ejecutar una enseñanza personalizada, donde puedan traer escenarios impensables al salón de clases que sean de beneficio para los estudiantes. “Esa enseñanza guiada va a ser parte de ese modelo en el futuro. La oportunidad de tener simulaciones de eventos complejos que, para nosotros, como profesores, son complicados de enseñar, van a ser más fáciles de explicar. La IA es una herramienta para mejorar las cosas que hacemos, así que llegó para quedarse y aquellas instituciones que no se quieran adaptar a esto o que no la usen, tienen una fecha de caducidad establecida”, aseguró Hernández.

De su parte, Vélez adelantó que veremos una educación de avanzada con los docentes como facilitadores del proceso de aprendizaje, pero no siendo la fuente principal de la educación. “Vamos a tener salones donde tengamos un asistente virtual que no sea solamente un texto que se escriba solo, sino que pueda integrar texto y audio, y que parezca un profesor explicando temas. Vamos a tener chatbots que contesten preguntas de los estudiantes y esto ya se está integrando. Vamos a tener una integración bastante natural dentro de la práctica, pero, ciertamente, el docente va a sufrir unos cambios porque no va a ser el docente tradicional que provee información, sino el que usa esta tecnología para que el estudiante pueda entender mejor la información que ya obtuvo de diversas fuentes”, visualizó el catedrático, quien exhortó a los profesores a abrirle paso a esta nueva era.

“Si [como profesor] no aprendo y me resisto, hay una alta probabilidad de que me sustituya una tecnología u otro docente que sí sabe utilizar la tecnología; que sabe cómo integrarla y que no le tiene miedo. Lo importante es no tenerle miedo a esta tecnología que llegó para quedarse. El miedo es bueno si nos impulsa a integrar cambios y hacer que las cosas pasen”, puntualizó Vélez.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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