La maestra oriunda de Isabela se aferra a su fe y al apoyo de su familia, amigos y colegas para sobrellevar su proceso
La maestra oriunda de Isabela se aferra a su fe y al apoyo de su familia, amigos y colegas para sobrellevar su proceso
Cuál enemigo que decide llevarse algo valioso, así llegó el cáncer a la vida de Johanna Pellot Hilerio, una maestra de 49 años oriunda de Isabela, quien, el 4 de noviembre del 2023, recibió la peor noticia de su vida: un diagnóstico de cáncer de seno, específicamente, carcinoma lobular.
Aunque el “intruso” comenzó a dar indicios de su entrada, con síntomas como pezón hundido, cambio en el tamaño del seno y un bulto debajo de la piel, Pellot no lo vio venir.
“Luego de haberme realizado varios exámenes, los cuales daban negativo, el médico decidió realizarme una biopsia. Esa espera para saber el resultado fue de 14 días. Cuando supe que había dado positivo a cáncer, ese fue el dolor más grande que pude sentir”, admitió la mujer.
Ese momento del diagnóstico confesó que fue como si la enviaran a otra dimensión. Fue un momento de introspección, eterno e inolvidable porque sucumbió, y la realidad que antes conocía, se estaba derrumbando ante sus ojos.
“Solamente pensaba en mis dos hijos. La vida me pasó por la mente como una película, no pude hablar, no reaccionaba, sentía que el médico me hablaba, pero como si fuera en un idioma extraño para mí. Mi esposo fue el que pudo hablar con el médico porque yo me fui del mundo”, relató la paciente.
Una vez salió de la oficina admitió que “quería salir corriendo y gritar hasta quedarme sin voz, porque no podía entender por qué esto había llegado a mi vida”, dijo la mujer.
En ese momento, recordó que se permitió llorar por espacio de media hora, periodo en que solo acudió a Dios, lo que, según afirmó, le dio “mucha fortaleza y entendimiento para poder sobrellevar lo que apenas estaba comenzando”.
Esa conversación con Dios fue suficiente para agarrar fuerzas y valentía ante la batalla que se le había presentado.
“Me sequé las lágrimas y decidí seguir el próximo paso”.
Así se embarcó en su lucha, con doce quimioterapias en el Caribbean Cancer Services de Aguadilla. Fueron seis largos meses que describió como “algo terrible”.
Pero, más allá de su propia realidad, de los cambios en su cuerpo a causa de la mastectomía radical que se realizó, la pérdida de cabello y de peso por las quimioterapias, Johanna reveló que lo más difícil para ella fue ver cómo trabajaría con la salud mental de sus dos hijos, ante todos sus cambios y su proceso.
Sin embargo, el dolor, el sufrimiento y la preocupación la llevaron a ganar más de lo que había perdido.
“Con el pasar de los meses, aprendí a vivir como si cada día fuera el último de mi vida; comencé a ver las cosas de otra manera. Cada detalle, cada palabra, todo era importante, respirar, reír, conversar, tomar un café. Pero, sobre todo, aprendí que tener fe era esencial en mi vida y a ella me aferré”, reconoció la paciente, quien, además, subrayó que el apoyo de su familia, compañeros de trabajo y amistades fueron claves en su proceso.
A casi un año de su diagnóstico, a pesar de que aún no recibe la noticia de haber superado la batalla contra el cáncer, Johanna dijo sentirse bien y con mucho ánimo porque ya terminó su tratamiento, pero, más que eso, porque ha ganado do más de lo que su enemigo le quiso robar. Aunque afirmó haberlo vencido, solo espera el día indicado para cantar victoria.
“Mis análisis han arrojado que en mi cuerpo no hay células cancerosas. Estoy esperando recibir la noticia de mi oncólogo; ese día diré: ‘Superé el cáncer””, concluyó esperanzada.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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