Si bien muchas enfermedades crónicas afectan la vida de los puertorriqueños, son las cardiovasculares la principal causa de muerte en la isla. Este panorama nos obliga a pensar en los estilos de vida y los factores de riesgo para prevenir su padecimiento.
Según la cardióloga Karen Rodríguez Maldonado, miembro del Colegio Americano de Cardiología (ACC, en inglés), las enfermedades cardiovasculares más comunes entre nuestra población son los aneurismas, la insuficiencia cardíaca, las arritmias y la aterosclerosis. Por ello, no es de extrañar que la presión arterial alta, la inactividad física, la mala alimentación y el padecimiento de enfermedades crónicas, problemas de salud muy comunes en la población puertorriqueña, aumenten el riesgo de sufrir afecciones cardiovasculares.
A modo de concientización, la doctora Rodríguez explicó cuál es el impacto en las enfermedades principales para que evitemos esos factores de riesgo.
Cuando un paciente tiene la presión descontrolada por muchos años, las arterias pueden dilatarse y a esto se le conoce como “aneurisma”, que es un vaso sanguíneo con un tamaño aumentado. Esto puede ocurrir en la cabeza, provocando sangrado, y también pudiera ocurrir en la aorta y, cuando ocurre, esta podría romperse.
Riesgo: Lamentablemente, esta afección tiene una alta mortalidad. El paciente que tiene la ruptura de un aneurisma en la cabeza, si no le ocasiona la muerte, podría quedar incapacitado por el resto de su vida, porque podría tener un déficit neurológico asociado al derrame que haya tenido dentro de la cabeza, explicó la doctora Rodríguez Maldonado.
Si fuese una disección de aorta, podría provocar la muerte o afectar las funciones de otros órganos en el cuerpo.
Cuando un paciente tiene la presión descontrolada por mucho tiempo o enfermedades crónicas como la diabetes descontrolada, esto puede provocar que la bomba del corazón no funcione bien.
Hay dos tipos de funciones que se pueden alterar en el corazón: primero, la función de bomba, que es la función sistólica, y es cuando los pacientes con insuficiencia cardíaca pueden tener una disminución en la contracción del corazón.
Pero también podrían tener un problema en la relajación del corazón, que es la que permite que la sangre entre y salga de este. En este paciente que tiene la presión descontrolada por muchos años, el corazón puede perder esa capacidad de elasticidad, ponerse duro y eso se reconoce como fallo diastólico.
Riesgo: El fallo cardíaco puede afectar la calidad de vida porque este paciente se puede fatigar al mínimo esfuerzo. Bañarse, limpiar, caminar y hasta comer podrían causarle fatiga. Existen medicamentos para poder ayudarlo a mejorar esos síntomas, pero la clave está en la prevención. Si no desarrolla insuficiencia cardíaca, tiene mejor calidad de vida.
Esta enfermedad se presenta cuando hay una acumulación de placa, es decir, grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las arterias y en sus paredes, lo que provoca que se estrechen las arterias y se bloquee el flujo sanguíneo a los tejidos y órganos del cuerpo, además de que puede reventar y formar un coágulo de sangre.
Puede afectar la mayoría de las arterias del cuerpo, desde el corazón, el cerebro, los brazos, las piernas, la pelvis y los riñones. Los pacientes mayores de 65 años tienen una alta prevalencia de estas enfermedades cardiovasculares, pero existen datos que sugieren que la enfermedad comienza en las primeras décadas de vida.
Riesgo: Puede manifestarse clínicamente con un infarto en el corazón, un accidente cerebrovascular, enfermedad renal crónica y enfermedad de la circulación en las piernas, entre otros.
Aunque existen factores genéticos que nos predisponen a ciertas enfermedades cardiovasculares, hay maneras de evitarlas y la clave está en la prevención.
Según la cardióloga, un sistema cardiovascular saludable requiere de múltiples esfuerzos del paciente:
1. Escuchar y practicar las recomendaciones médicas
Seguir al pie de la letra esas recomendaciones y mantener las enfermedades bajo control.
2. Adoptar mejores hábitos de alimentación
Llevar una dieta rica en frutas, verduras y lácteos bajos en grasa, además de reducir las grasas saturadas y totales, puede reducir significativamente la presión arterial.
3. Recordar que el movimiento es vida
El Colegio Americano de Cardiología recomienda realizar, al menos, 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad aeróbica intensa por semana, preferiblemente distribuidas a lo largo de la semana.
4. Incorporar técnicas de relajación para mantenerse mentalmente estable
Hay que mantener los niveles de estrés en control porque el estrés crónico puede conducir a una progresión del proceso de aterosclerosis, probablemente, por una activación excesiva de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial, entre otros impactos nocivos a la salud cardiaca y general.
La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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