En el Día Mundial de la Tierra, se hace un llamado urgente que exige la reducción del 60 % en la producción de los plásticos para el 2040
En el Día Mundial de la Tierra, se hace un llamado urgente que exige la reducción del 60 % en la producción de los plásticos para el 2040
“El planeta contra los plásticos” parece el título de una película de ciencia ficción, pero no lo es. El lema que la red internacional EARTHDAY.ORG promueve para la conmemoración del Día Mundial de la Tierra este año es una preocupación y un problema que nos concierne a todos.
Así, este movimiento ambiental global exige la reducción del 60 % en la producción de plásticos para el 2040 y demanda la implementación de políticas que atiendan el impacto nocivo de la moda rápida, que se logre el tratado de las Naciones Unidas sobre la contaminación por plásticos durante el año en curso y la inversión en tecnologías y materiales innovadores que hagan posible el objetivo cero plástico, entre otras acciones urgentes.
De acuerdo con EARTHDAY.ORG, la producción de plástico ha superado los 380 millones de toneladas anuales, tanto es así que se ha producido más plástico en los últimos diez años que en todo el siglo XX.
“Los microplásticos son pedazos menores de cinco milímetros, que se dividen en primarios, agregados a productos como los de higiene y belleza, y los secundarios”, mencionó la gerente de desechos acuáticos del Estuario de la Bahía de San Juan, Cristina Ramírez. Los secundarios son fragmentos por la descomposición de plásticos de mayor tamaño a causa de la fotodegradación o la alteración del material por la luz ultravioleta.
Tanto los microplásticos como los nanoplásticos —pedazos de entre 1 a 100 nanómetros— tienen un impacto perjudicial en el medioambiente y la salud. “Los microplásticos llegan a los cuerpos de agua a través de los sistemas de alcantarillado sanitario y el sistema de alcantarillado pluvial”, mencionó Ramírez. Y es que las plantas de tratamiento de aguas residuales no son efectivas en la remoción total de los microplásticos.
“Cuando los microplásticos llegan a los cuerpos de agua, se pueden encontrar en la superficie, en la columna del agua (entremedio de la superficie y el fondo), en las costas y en el fondo marino”, informó la experta. “Además de la contaminación del agua, los microplásticos tienen la capacidad de absorber los contaminantes y las sustancias que luego se pueden transmitir en la cadena trófica [cadena alimentaria]”, agregó.
Aparte del impacto en la pesca, el turismo y la recreación, Ramírez incluyó las repercusiones dañinas en la biota (organismos vivos) como las aves marinas, los peces y los crustáceos, y en la salud humana.
Sobre el peligro de los plásticos, hizo mención del BPA o bisfenol A, sustancia química que se utiliza para fabricar plásticos y resinas, y los ftalatos, para hacer los plásticos más resistentes. Estos se consideran alteradores endocrinos. Incluso, dosis bajas de estas sustancias pueden causar problemas de salud, según el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS, por sus siglas en inglés).
“Los científicos calculan que las personas consumen, de media, cientos de miles de microplásticos al año, y estas partículas se han encontrado en la placenta humana, el corazón, la leche materna, las heces, la sangre y los pulmones”, declaró el movimiento ambiental Beyond Plastics en un comunicado de prensa el pasado marzo.
Tanto en la ropa como en las toallitas húmedas, los juguetes y los materiales para manualidades, entre otros productos de uso diario, están presentes los plásticos y los microplásticos.
“Se asocian con efectos perjudiciales como bajo peso al nacer, problemas en el sistema endocrino y en el neurodesarrollo”, afirmó la pediatra Nerian Ortiz, quien subrayó la importancia de seguir investigando. Según la doctora, la exposición a estos también puede tener efectos sobre la pubertad y se ha asociado con la obesidad en la población pediátrica.
En el informe Bebés versus plásticos —que revisa más de 100 estudios, informes y artículos—, EARTHDAY.ORG comparte que las investigaciones han apuntado a consecuencias de los microplásticos incluso antes del nacimiento, como la posible interrupción de la comunicación materno-fetal y el daño potencial al ADN.
Por su parte, la Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés) informa que los bisfenoles —que han sido prohibidos en biberones y tazas para bebés— pueden afectar a los sistemas nervioso e inmunitario, y que los ftalatos pueden repercutir en el desarrollo genital masculino, y se relacionan con las enfermedades cardiovasculares. La AAP comunica que el uso de algunos ftalatos ha sido prohibido en productos como los anillos de dentición.
En cuanto a la detección de microplásticos en la leche materna, la entrevistada —quien es miembro de la Sociedad Puertorriqueña de Pediatría— enfatizó que continúa siendo la mejor alimentación. Por su parte, la AAP declara que la lactancia materna es una manera de reducir la exposición a los plastificantes.
Con respecto a las recomendaciones para reducir la exposición dañina, la doctora Ortiz, también catedrática en el Recinto de Ciencias Médicas, incluyó que se evite calentar en el microondas los alimentos colocados en envases plásticos. Estos envases deben ser sustituidos por recipientes de cristal. El calor puede causar que las sustancias químicas se filtren en la comida. Por la misma razón, Ortiz aconsejó evitar poner dichos envases en el lavaplatos.
Otras recomendaciones son lavar con agua las frutas y los vegetales, evitar los alimentos procesados, lavarse bien las manos antes de manejar la comida y prestar atención a las etiquetas para identificar si los productos contienen sustancias tóxicas. Con respecto a los juguetes, es importante que no contengan bisfenoles, ftalatos, plomo o cualquier otro aditivo que sea perjudicial.
Sobre el almacenamiento de la leche materna, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades advierten, entre otras recomendaciones, que debe evitarse el uso de plásticos con el símbolo de reciclaje número 7 porque contienen bisfenol A (BPA).
Organizaciones como el Estuario de la Bahía de San Juan y Scuba Dogs Society —que coordina la Limpieza Internacional de Costas en Puerto Rico— están comprometidas con la incesante labor para reducir el uso de plásticos y la contaminación en Puerto Rico.
“Nuestra invitación y llamado es a la prevención y la educación, romper con el consumo excesivo y participar de los esfuerzos de las organizaciones ambientales”, comentó la gerente de desechos acuáticos del Estuario de la Bahía de San Juan, que cuenta entre sus programas con la Certificación de Ciudadanos Científicos.
La campaña “Que no toque el piso ni llegue al agua” para mejorar el manejo de los desperdicios sólidos en la calle Loíza y sectores limítrofes, así como “Deja una huella limpia en Piñones”, en colaboración con la organización LimPiaR, para la reducción y la disposición responsable de residuos sólidos, son otras de las iniciativas que promueve el Estuario.
Además, el Estuario es una de las organizaciones que endosó la propuesta “Hacia una economía circular”, plan de Generación Circular para la reducción y el aprovechamiento sostenible de los residuos no peligrosos en Puerto Rico (https://generacioncircular.org).
En cuanto a legislación en el archipiélago para atender el problema del uso de plásticos, se encuentran la Ley para la Promoción de Bolsas Reusables y la Reglamentación del Uso de Bolsas Plásticas (Ley Núm. 247 del año 2015) y la Ley para Prohibir el Expendio y Utilización de Plásticos de un Solo Uso en Todo Local Comercial, de Venta y Distribución Autorizada a Realizar Negocios (Ley Núm. 51 del año 2022).
Mientras que diversas entidades han cuestionado la efectividad de la implementación e impacto de la primera ley mencionada, el reglamento conjunto para la prohibición de plásticos de un solo uso también ha sido criticado por su ambigüedad.
Al respecto, Ramírez acentuó cuán importante es cómo se redacta la política pública y cómo se fiscaliza.
Para identificar si los productos de higiene y cosméticos que utilizas contienen microplásticos, puedes acceder a la aplicación Beat the Microbead, de la Fundación Sopa de Plástico, para escanear los productos.
La autora es periodista colaboradora de Suplementos.
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