El diagnóstico puede provocar ansiedad y otros sentimientos en los pacientes, pero estos cuentan con tratamientos y estrategias que pueden ayudarlos a manejar la enfermedad
El diagnóstico puede provocar ansiedad y otros sentimientos en los pacientes, pero estos cuentan con tratamientos y estrategias que pueden ayudarlos a manejar la enfermedad
Cerca del 20 % de la población puertorriqueña vive con diabetes tipo 2, en su mayoría, enfrentando una serie de desafíos asociados a la enfermedad que puede afectar el aspecto emocional del paciente y, por ende, su adherencia al tratamiento.
Además de aceptar el diagnóstico, el paciente tendrá que lidiar con diversos estresores que inciden en el control de los niveles de azúcar y el manejo de enfermedades asociadas, entre estas, obesidad, hígado graso, apnea del sueño, hipertensión, hiperlipidemia, así como padecimientos renales y cardiovasculares crónicos.
De acuerdo con el doctor José Milton García Mateo, presidente de la Sociedad Puertorriqueña de Endocrinología y Diabetología (SPED), “la combinación de una nutrición alta de alto contenido calórico y una vida sedentaria ha aumentado la prevalencia de resistencia a la insulina”.
“Eso lleva al aumento en diabetes tipo 2, parte de un síndrome cardiometabólico renal, que es un trastorno de salud que afecta el corazón, los riñones y el metabolismo. Hoy día, hay más pacientes que tienen enfermedad renal crónica, más pacientes con enfermedad cardiovascular, incluyendo fallo cardiaco”, reveló.
Asimismo, el también endocrinólogo y lipidólogo clínico precisó que, muchos de los pacientes que desarrollan un diagnóstico de diabetes y enfermedades cardiometabólicas renales, “para ellos es un estrés porque disminuye, no tanto la calidad de vida, sino que se ha visto en diferentes estudios que disminuye la longevidad”.
“Si no se le ayuda a estar a favor de ese diagnóstico y poderlo manejar bien, causa mucho distrés a nivel cognitivo o se ve sin apoyo, pues ese paciente puede tener barreras en la manera de como tratarse y puede interferir en el tratamiento adecuado, tanto para su control glucémico como para su control de las otras complicaciones asociadas”, alertó.
Para manejar la situación, García Mateo señaló que “es bien importante hablarle al paciente de su estado de ánimo, de cómo ha aceptado su diagnóstico”, además de validar cuáles son sus determinantes sociales de salud, entre estos, apoyo familiar, nivel de escolaridad y el ambiente donde se desenvuelve.
Al explicar algunas situaciones que pueden afectar el tratamiento del paciente, el endocrinólogo destacó la accesibilidad a los servicios médicos, problemas de transportación, responsabilidades laborales y “la parte económica”.
Igualmente, apuntó a “situaciones con las aseguradoras que no tienen, posiblemente, una cubierta adecuada para algunos planes médicos y el paciente se ve desprovisto de las mejores terapias recomendadas por las guías terapéuticas”
“Hay que determinar todos esos estresores sociales que el paciente puede tener y que también contribuyen a su bienestar y cómo va a ayudar o estar en contra del manejo de su enfermedad, porque esto es una afección crónica”, sostuvo.
Así las cosas, mencionó que “el paciente debe aprender a aceptar ese diagnóstico y manejarlo bien”.
Por su parte, “el médico tiene la responsabilidad, no tan solo de darle tratamiento con medicamentos, sino buscar cuáles son los factores que pueden intervenir en su estrato social, en su estado económico, su estado cognitivo y su apoyo familiar para poder lograr las metas de tratamiento”, dijo.
“Los signos de alerta es ver cómo el paciente ha aceptado su enfermedad, que no esté en negación. Además, que el paciente esté al tanto de que todas estas complicaciones pueden estar presentes o podrían ocurrir, y que esté al tanto de buscar ayuda y cómo prevenirla”, expuso.
“De esa manera, uno puede detectar a ese paciente temprano, bregar con ese distrés y que el paciente pueda llevar el diagnóstico y sus complicaciones de una manera adecuada y vivir una vida plena, con un buen tratamiento y la ayuda de los profesionales de salud”, concluyó.
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La autora es periodista colaboradora de Puerto Rico Saludable.
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