Conocer cómo la enfrentan sus protagonistas es el primer paso para que otras aprendan a manejarla
Conocer cómo la enfrentan sus protagonistas es el primer paso para que otras aprendan a manejarla
Aunque la menopausia es un proceso natural que establece la culminación de los ciclos menstruales, la sintomatología que antecede la etapa podría alterar el estilo de vida en gran parte de los casos, debido a los cambios hormonales que se manifiestan a nivel físico y emocional.
Un resumen del estudio “Normalising menopause”, publicado en la edición del 15 de junio de 2022 del British Medical Journal, informa que “dado que los significados sociales y las expectativas suelen dar forma a las experiencias reales de las mujeres, existe una necesidad urgente de difundir una narrativa más realista y equilibrada que reconozca la menopausia como un proceso natural con efectos tanto positivos como negativos. Cambiar la narrativa para normalizar la menopausia y enfatizar sus aspectos positivos o neutrales podría empoderar a las mujeres para manejar la menopausia con mayor confianza”.
Reconociendo que la menopausia “no es una experiencia universal”, como también cita el estudio, darle voz a quienes lo han vivido, brinda la oportunidad de educar y preparar a quienes lo enfrentan con más información y las herramientas para buscar la ayuda necesaria.
Para Hilda Torres, una fémina de 50 años residente en la zona sur, “el proceso comenzó hace cerca de tres años y ha sido muy difícil de sobrellevar, por el cansancio, la sudoración excesiva, los cambios de humor y la dificultad para conciliar el sueño. Esto ha trastocado significativamente mi rutina. La menstruación, en ocasiones, se da dos veces en menos de un mes, y en otros, tarda entre dos a tres meses con sangrados bien fuertes, calambres y mucho dolor. En cuanto a los cambios de humor, ahora puedo estar serena y pasa algo, por más simple que sea, me descontrola los nervios y, muchas veces, me torno irritable”.
Sin embargo, Igsi Ortiz Carrión, una asistente de oficina de 51 años, confesó que “la menopausia para mí fue de gran bendición, a pesar de que te dan los calores y se descontrola un poco el ciclo. La menstruación me llegó a los nueve años; siempre fue abundante y dolorosa. A los 45 años, empezó a descontrolarse porque me llegaba cada dos semanas y, a veces, después de dos meses. Fue una felicidad que se fuera, hace tres años. Eso sí, mucha sudoración, siempre hay su cambio de humor, eso no falla. A veces, estás feliz y otras veces te pones más down, pero, por lo demás, nada fuera del orden”.
En otros casos, la menopausia ocurre semanas después de realizarse una histerectomía, como le pasó a Frances Díaz, de 55 años. “Nunca pasé la premenopausia, sino que tuve una menopausia quirúrgica a los 46 años. A los dos meses, me empezó de cantazo una depresión mayor, por el cambio hormonal. Empecé a ponerme roja, lo que llaman hot flashes. Estaba extremadamente sensible, con una tristeza enorme, pero no sabía por qué. Cuando me puse a analizar lo que me estaba pasando, inmediatamente llamé al médico y me dio una pastilla que tomé durante un año. Es algo que a uno se le hace difícil entender lo que está sintiendo a nivel físico y mental por el cambio hormonal”, dijo.
Mientras que Zoraida Carcaño de 59 años, quien se desempeña como aromaterapista y coach de vida, tuvo “menopausia prematura a los 41 años por una histerectomía. Experimenté los cambios de humor repentinos y algunos sofocos de momento. Era como una montaña rusa, de momento podía estar súper bien, súper contenta y alegre, pero, de momento, por cualquier cosa, podía sobrevenir una irritabilidad, un mal humor; podía ponerme bien touchy, que por cualquier cosa lloraba. Los síntomas aparecieron aproximadamente, entre uno a dos meses luego de la cirugía y duraron como dos meses. Mucha inflamación en el cuerpo, aumento de peso, pero, más bien, era como inflamación y líquido”.
Por su parte, Lourdes Vera, de 65 años, destacó que “fue a través de la histerectomía, pero yo tenía un sangrado bien profuso, la hemoglobina bien bajita y cuando tenía 40 años, el médico decidió hacerme la histerectomía total. En el momento, me vinieron los síntomas rápido, el sofocón, el no poder dormir. Fueron cosas que empecé a sentir como al mes de la operación, como sofocos, sudor, calor y quizás hasta un poquito de ansiedad. Pero, yo no tenía tiempo de detenerme, tenía tres muchachos y estaba recién divorciada, así que tienes que echarte las tripas para adentro y seguir bregando”.
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