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Compulsividad vs. impulsividad: conoce las diferencias y cómo manejarlas

Conocer estas conductas te ayudará a controlarlas

5 de abril de 2023 - 12:14 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
La conducta compulsiva es un comportamiento que tiene alguna persona que viene de la necesidad de alcanzar un alivio. (Shutterstock)

La compulsividad y la impulsividad son tipos de comportamientos que se manifiestan de maneras distintas y precisan de cursos de acción únicos para atenderlos y manejarlos.

Según la doctora Franshesca Torres Irizarry, psicóloga clínica, la compulsividad consiste en una serie de comportamientos conscientes o inconscientes que se llevan a cabo repetidamente para satisfacer un impulso o aliviar un malestar.

“La conducta compulsiva es un comportamiento que tiene alguna persona que viene de la necesidad de alcanzar un alivio. Una persona obsesiva compulsiva, a modo de ejemplo, desarrolla una obsesión con una acción como cerrar las puertas, y el acto de verificar si cerró la puerta, le va a dar un estado de tranquilidad”, describió.

Mientras que, según agregó, la impulsividad consiste en comportamientos espontáneos que una persona lleva a cabo, sin considerar las posibles consecuencias de sus acciones.

“La impulsividad viene de actuar sin pensar en las consecuencias de los actos y quizás lo hacen porque no tienen herramientas emocionales para manejar el evento que los detona”, añadió. La doctora en Psicología Clínica utilizó el ejemplo de los impulsos que pueden surgir ante la ruptura de una relación amorosa, los cuales pueden manifestarse en actos derivados del coraje como romper un celular, o en actos irrazonables como salir a comprar una pieza de ropa para la cual la persona no tiene el presupuesto para gastar.

Si bien es cierto que, en circunstancias concretas, toda persona puede actuar de manera impulsiva, la diferencia recae sobre el efecto gratificante que busca al concluir la acción.

“Cuando una persona busca ese alivio, realmente, lo que intenta es calmar los pensamientos de miedo que pueden provenir de la ansiedad que provoca no realizar cierta acción”, puntualizó Torres Irizarry, quien conectó esta tendencia con los patrones que surgieron durante las primeras etapas del COVID-19, en las que brindó servicios a pacientes que enfrentaban comportamientos de limpieza compulsiva por el miedo que les provocaba contagiarse con el virus.

La doctora Torres Irizarry, quien ejerce en la práctica privada, añadió que las causas de los comportamientos compulsivos varían en origen. Mientras algunos pueden manifestarse como rasgos de personalidad, en otros casos pueden ser indicativos de una condición de salud mental. Algunas condiciones de salud mental como el trastorno obsesivo compulsivo, el síndrome del acumulador compulsivo (hoarding disorder, en inglés) y el trastorno de dismorfia corporal están asociadas a la compulsividad, mientras que, en otras, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (ADHD, en inglés), el síndrome de Tourette y los trastornos de personalidad limítrofe se manifiestan conductas impulsivas.

La diferencia se centra en el hecho de que, mientras la compulsividad se basa en la repetición, en patrones de conductas premeditadas y anticipadas, la impulsividad es espontánea y puede surgir en cualquier momento con el detonante adecuado.

Existen múltiples estrategias y tratamientos para manejar los trastornos compulsivos y los impulsos. Sin embargo, estos dependen del cuadro clínico completo del paciente, en el cual se analizan múltiples factores como la crianza, las herramientas emocionales de las que dispone la persona para manejar los síntomas y la raíz de la conducta, entre otros.

“Si una persona es impulsiva porque fue lo que aprendió de un padre… que actuar impulsivamente, gritar o romper cosas ante el coraje está bien, esos son factores que tenemos que considerar a la hora de diseñar y establecer un plan de tratamiento”, sostuvo. Sugirió la terapia como alternativa para trabajar y atender estos trastornos, pues, “siempre es una alternativa para ayudar a una persona a conseguir las herramientas necesaria para navegar emociones complejas”, especificó. Aun así, reconoció que existen otros vehículos para trabajar y abordar un tratamiento integral, según el perfil completo de la persona, pues, a pesar de que existen personas que logran manejar los síntomas sin necesidad de medicamentos, hay otras con sistemas nerviosos tan descompensados que necesitan psicofármacos como parte de su plan de tratamiento.

Por último, Torres Irizarry recomendó algunas actividades diarias y hábitos que pueden ayudar en el manejo de impulsos entre las cuales incluye: la actividad física, la buena alimentación, la meditación e invita a las personas que experimentan estos comportamientos a identificar sus detonantes y a estar conscientes del ambiente que las rodea, ya que “es muy importante que las personas puedan reflexionar cuando algo, como una acción o una persona no les hace bien para protegerse de situaciones que puedan hacerles retroceder en su tratamiento y proteger su bienestar”, señaló. Lo más importante, dijo, es “que sean pacientes y consistentes, estos son procesos que toman tiempo, pero pueden tener muy buenos resultados”, concluyó.

La autora es periodista colaboradora de Suplementos.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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