Tras contagiarse, las personas podrían desarrollar lesiones renales y aquellos pacientes con enfermedades renales preexistentes podrían ver sus condiciones agravadas
Tras contagiarse, las personas podrían desarrollar lesiones renales y aquellos pacientes con enfermedades renales preexistentes podrían ver sus condiciones agravadas
Cuando se alude al coronavirus, la mayoría de las personas tiende a asociarlo con infecciones respiratorias. Sin embargo, los efectos del COVID-19 se extienden a otros sistemas y partes del cuerpo. Ese es el caso del riñón, un órgano vital que puede afectarse, a largo plazo, por la infección viral.
Según la enciclopedia médica MedlinePlus, la función principal de los riñones es filtrar la sangre al eliminar, a través de la orina, desechos, impurezas y exceso de agua. También se encargan de mantener el equilibrio químico corporal, controlar la presión arterial y producir hormonas.
“Uno no puede vivir si no tiene los riñones funcionando”, sostuvo sobre la importancia del órgano, el nefrólogo Manuel Cruz Soto.
Según el médico, la complicación principal del COVID-19 es que, durante la etapa de infección activa, los tejidos de los riñones pueden sufrir una inflamación aguda conocida como nefritis.
Algunos de los pacientes hospitalizados, pese a que no tienen un historial de enfermedades renales, pueden sufrir daños en estos órganos, tras contraer el virus, señaló el doctor. Incluso, pueden necesitar diálisis, la extracción de desechos y exceso de agua cuando los riñones no funcionan adecuadamente.
Los efectos del COVID-19 en los riñones pueden persistir de seis semanas a un mes, por lo que las personas tienden a recuperarse, indicó el médico. No obstante, en el caso de personas con enfermedades renales subyacentes, sus patologías pueden empeorar, distinguió.
Cuando los pacientes contagiados no tienen suficiente oxígeno en la sangre como consecuencia del virus, también se pueden afectar los riñones, señaló el nefrólogo Eddie Rodríguez Castro.
De acuerdo con Rodríguez Castro, es común que los pacientes hospitalizados se deshidraten y sufran una infección severa. Como resultado, son más propensos a desarrollar un fallo renal agudo, que es una pérdida abrupta de la función renal.
Los pacientes postcovid pueden desarrollar insuficiencia renal crónica, informó el doctor. Contrario al fallo renal agudo, la insuficiencia renal crónica implica una pérdida gradual de la función renal, informa la Clínica Mayo.
El nefrólogo Rodríguez Castro precisó que, al desarrollar una lesión renal, los pacientes comienzan a retener agua y se hinchan. Asimismo, no pueden procesar los ácidos de la sangre, por lo que la sangre se acidifica.
Tras una lesión renal, a los riñones se les dificulta la eliminación de electrolitos como el potasio y el exceso de sodio. Entonces, esas sustancias se tienden a acumular, de forma severa, y pueden causar arritmias cardíacas, añadió.
Según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI, en inglés) las arritmias son problemas relacionados con la frecuencia o el ritmo del latido cardíaco.
“Los pacientes que padecen del riñón van a tener un deterioro cardiovascular significativo”, abundó el médico. Por lo tanto, tienen una mayor probabilidad de infartos y de hospitalizaciones por fallo cardíaco, agregó.
Ambos nefrólogos coincidieron en que la población más vulnerable, tras contraer el coronavirus, son las personas diabéticas, los pacientes cuyos niveles de glucosa en la sangre están muy elevados.
“Se ha visto que estos pacientes, irrespectivamente de la edad, tienen más daño que un paciente de su misma edad sin la condición de diabetes [...] Es uno de los factores de mortalidad más importante en pacientes de COVID”, expresó el doctor Rodríguez Castro.
Para evitar el desarrollo o agravación de problemas renales, los pacientes deben vacunarse, aconsejaron ambos nefrólogos.
El doctor Cruz Soto compartió que, de los 200 pacientes con diálisis que atiende en Vega Baja Renal Dialysis Center, cuatro o cinco han muerto por COVID-19 y menos de 15 pacientes se han contagiado. El también director del centro atribuye esta baja cifra a la vacunación contra el coronavirus.
Rodríguez Castro resaltó la importancia de mantener la presión arterial y el azúcar controlados. Además, advirtió que se debe evitar el uso excesivo de medicamentos antiinflamatorios y el ibuprofeno.
A su vez, exhortó a los pacientes a que se ejerciten y mantengan una sana nutrición, pues la obesidad afecta el resultado de la sobrevida de los pacientes.
Pese a que los efectos del COVID-19 en los riñones es un tema que recién se comienza a estudiar, el nefrólogo no descarta que, en un futuro, los pacientes con enfermedades renales que fueron infectados con el virus presenten ciertas secuelas a diferencia de la población que no se contagió.
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