Los cambios asociados al embarazo son dramáticos, pero no hay razón para que no sean positivos y enriquecedores
Los cambios asociados al embarazo son dramáticos, pero no hay razón para que no sean positivos y enriquecedores
El embarazo en humanos comprende de 240 días desde el primer día de la última regla, los cuales vamos de dos células a un bebé a término. Es un proceso fascinante. La atención a su mejor desarrollo y a la reducción de complicaciones son la esencia del cuidado prenatal. Es el mejor ejercicio en prevención y el responsable de reducir la mortalidad y la morbilidad, tanto en la madre como en los bebés.
Comenzamos con una visita al obstetra en el primer trimestre, una vez nos falta la regla. Así le das la oportunidad de confirmar el embarazo y de comenzar la rutina de cuidado prenatal. Esa primera visita envuelve un historial detallado, un examen físico y una discusión amplia de lo que nos espera a lo largo de los próximos nueve meses. Se identifican factores de riesgo, se informa sobre nutrición, ejercicio, uso de medicamentos seguros y factores ambientales que pueden afectar el desarrollo temprano del feto. Se ordenan laboratorios, se confirman las fechas de gestación con sonografía y se comienzan a tomar vitaminas prenatales y ácido fólico.
Por las próximas 28 semanas, visitarás al médico una vez al mes. Estas visitas son cortas primariamente para verificar un progreso adecuado e identificar problemas potenciales. Se tratan de contestar las múltiples preguntas y dudas que este dinámico proceso levanta en las mentes de la paciente y su pareja. Son una gran oportunidad para calmar la ansiedad y educar a la embarazada sobre los cambios que están ocurriendo y los que se avecinan. Las primeras 12 semanas son posiblemente las más incómodas, debido a los frecuentes síntomas estomacales, náuseas, vómitos ocasionales, el sueño y cansancio producidos por el aumento en los niveles hormonales. Hay maneras seguras con las que tu médico te puede ayudar a manejar estos síntomas.
El segundo trimestre se caracteriza por el crecimiento del abdomen y, finalmente, la apariencia de estar embarazada. Alrededor de las 16 semanas es cuando se hacen las pruebas para detectar posibles defectos como espina bífida y síndrome de Down. Una segunda ecografía, junto a las pruebas de sangre, puede ayudar a detectar o descartar estas condiciones. Para este tiempo, se puede determinar el sexo del bebé. Se comienzan a sentir los movimientos del feto, a padecer las molestias musculares en la espalda baja y la pelvis debido a los cambios posturales y a los ajustes que hace el cuerpo para mantener balance. Luego de meses de molestias, los síntomas estomacales se disipan y hay una mejoría en el apetito. Es importante mantener una ganancia de peso controlada. Esta es la mejor época, ya que todavía el tamaño del abdomen no incomoda o limita las actividades físicas. Mantener un régimen de actividad física, ejercicio moderado, descanso adecuado y una dieta sensata va a ayudar a mantener una buena calidad de vida durante este período.
Alrededor de las 28 semanas se repiten laboratorios básicos y se hacen pruebas para detectar o descartar la diabetes gestacional. Se repite una ecografía para confirmar el bienestar fetal y el crecimiento adecuado del feto. De ahora en adelante las visitas van a ser más frecuentes, cada dos semanas, y los cambios físicos más dramáticos. La barriga ya está grande y las molestias como: dolor de espalda, hinchazón de los pies y pesadez sobre la vejiga y la pelvis van a dominar tu vida. La frecuencia de las visitas al baño aumentará exponencialmente. El bebé se mueve todo el tiempo, particularmente en las horas cuando se quiere descansar. Pero, al fin empezamos a sentir que estamos llegando al final del camino.
Al llegar a la semana 36, las visitas son semanales. Comenzamos los exámenes vaginales para detectar progreso en el borramiento del cuello, descenso de la cabeza y eventualmente dilatación del cervix en preparación para el proceso de alumbramiento. Además, se hace cernimiento para infecciones que pueden afectar al feto como la presencia de estreptococo beta hemolítico en la flora vaginal. Esta bacteria puede producir infecciones serias en los bebés y, de detectar su presencia, se toman medidas preventivas como antibióticos profilácticos durante el proceso de parto. Tu obstetra te orientará sobre los signos y los síntomas del comienzo del parto y va a estar pendiente a signos de posibles complicaciones. Sobre todo, ayudará a mantenerte tranquila y a controlar la ansiedad que la anticipación de un alumbramiento inminente va a producir. Sigue atentamente las instrucciones de tu médico de cómo reconocer si estás de parto.
A las 39 semanas es el tiempo cuando el bebe está a término y donde se reducen significativamente los riesgos asociados a nacer prematuramente. En la actualidad, una de las metas a nivel mundial es tratar de no intervenir electivamente antes de las 39 semanas, a menos que exista una indicación médica para minimizar las complicaciones fetales y reducir la tasa de cesáreas asociadas a inducciones electivas antes de esta fecha.
Eventualmente, el gran día va a llegar en que tengas a tu bebé en tus brazos, después de un parto seguro. Para lograrlo, es clave que maximices tu experiencia de cuidado prenatal y, sobre todo, que mantengas un buen sentido del humor. Los cambios asociados a tu embarazo van a ser los más dramáticos en tu vida y no hay razón para que no sean positivos y enriquecedores. Piensa que todo este proceso es lo que hace a las mujeres especiales: la capacidad de producir una vida y preservar nuestra humanidad.
El autor es obstetra ginecólogo, director médico del Departamento de Obstetricia y Ginecología del del Hospital Pavía Santurce. Para información, llama al 787-721-5677 o al 787-641-1616, o accede a hospitalpaviapr.com.
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