Recomendaciones para recuperarse de los “golpes de la vida”
Recomendaciones para recuperarse de los “golpes de la vida”
Somos seres complejos. A lo largo de nuestras vidas, experimentamos toda suerte de situaciones, muchas de ellas difíciles y, tantas más, dolorosas. Nuestra capacidad de afrontamiento ante tales situaciones puede variar, dependiendo de nuestra edad, las experiencias vividas, las redes de apoyo, los recursos disponibles y nuestra fortaleza interior.
Durante nuestra niñez, nos caemos y nos levantamos con relativa facilidad. En la adolescencia se complica un poco la cosa, pero, aun así, nos levantamos y seguimos. En la juventud y la adultez temprana, la vida trae consigo innumerables retos, decisiones y experiencias. La adultez media complica ese mundo vivencial. La adultez tardía tiene sus propios retos y dificultades, pues, nuestra capacidad de hacer frente a tales retos se prueba de forma continua, a lo largo de nuestro ciclo de vida.
Cada experiencia nos puede generar una respuesta emocional. No estamos exentos de experimentar dolor, angustia, miedo, coraje e incertidumbre. Es parte de nuestra naturaleza humana. Las emociones son parte de nuestra vivencia como seres humanos. Tenemos distintas dimensiones: conductual, cognitiva, social y espiritual. La dimensión emocional incluye el mundo de los afectos, los sentimientos y la pluralidad de emociones que conforman nuestro repertorio de vida.
Las experiencias difíciles y dolorosas son parte de ese transcurrir por la vida. Podemos sentir dolor; en el propio proceso de crecer como personas, experimentamos dolor. En otras palabras, sentimos, porque estamos vivos. En muchos casos, se utilizan esas experiencias difíciles pasadas como peldaños para sobrepasar los obstáculos del presente. En otros casos, se dificulta este proceso. Cuando el dolor supera nuestra capacidad de aguante; cuando no contamos con redes de apoyo; cuando no tenemos recursos, y cuando no se ha desarrollado, o se ha perdido nuestra capacidad de agencia —la autoeficacia de la que hablaba Albert Bandura, psicólogo y pedagogo ucraniano-canadiense, autor de teorías como la teoría del aprendizaje social o de conceptos como el de la autoeficacia (QDEP)—, debemos buscar alternativas.
No hay una receta única para enfrentar de forma adecuada una experiencia dolorosa. Cada persona es un mundo. No obstante, reconociendo las diferencias individuales, la diversidad de experiencias, las vivencias, las identidades y las capacidades, realicemos algunas observaciones que pudiesen ser de utilidad:
La autora es psicóloga licenciada, profesora de Psicología, voluntaria de la Cruz Roja Americana y coordinadora de la Red de Respuesta en Salud Mental para Emergencias y Desastres de la Asociación de Psicología de Puerto Rico. Para información, accede a www.asppr.net o escribe a marcaban.academia@gmail.com o marcaban@uagm.edu.
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