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Mes del Artesano
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La artesanía puertorriqueña: Un mosaico cultural

Surge de la mezcla de varias etnias que se remontan a la llegada a la isla de los pueblos originarios, pasando por la conquista y colonización, y la introducción de otras culturas

21 de julio de 2024 - 12:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 4 meses.
En la actualidad, la producción artesanal puertorriqueña se nutre de la inyección de la aportación que brindan agencias gubernamentales como el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio, la Compañía de Turismo y el Instituto de Cultura Puertorriqueña. (Suministrada)

Los pueblos, como la gente, desarrollan una idiosincrasia y una cultura que requieren preservar sus raíces y transmitir sus tradiciones. Las artesanías forman parte de la tradición y son creadas por el artesanado, palabra colectiva que se refiere al conjunto de artesanos .

Desde los tiempos antiguos, los primeros pobladores que llegaron a nuestras costas se encontraron con la realidad de que habían llegado a una isla y que, en consecuencia, eso implicaba no contar con muchos recursos para satisfacer sus necesidades básicas.

Con el paso de los siglos, y antes del encuentro con los colonizadores españoles, nuestros antepasados hicieron uso eficaz de la piedra, el barro, la madera, las fibras vegetales y los caracoles para confeccionar aquellos utensilios que hicieron de su diario vivir uno cónsono con la naturaleza que les rodeaba. Las vasijas de barro, los calabazos de higuera, las hamacas de maguey y las tarrayas de pesca; las macanas de palma de corozo, y las lanzas y flechas hechas de ceboruquillo para cazar y defenderse fueron varios de los artículos que usaban en su quehacer diario.

Esta riqueza artesanal cedió su lugar a la vorágine de cambios que produjo la llegada de los colonizadores españoles a principios del siglo XVI. Estos vinieron a poblar y asentarse en la isla en el 1508. Trajeron consigo un caudal de materiales y técnicas para producir sus artículos de uso cotidiano que ya usaban en el Viejo Continente, pero, enfrentando la realidad de que muchas de las materias primas que requerían para confeccionar sus productos de uso cotidiano no existían en el nuevo mundo o, al menos, no se encontraban disponibles. De ahí surgió la obligación de depender de las comunidades indígenas para que les enseñaran acerca de cuáles recursos disponibles en nuestro entorno natural les serían útiles para poder sobrevivir de manera segura en nuestra isla. Esta dinámica se repitió durante todo el siglo XVI y podemos asegurar que también durante todo el proceso de poblar a nuestro país con las corrientes migratorias que arribaron a nuestras costas hasta finales del siglo XVIII.

La artesanía puertorriqueña surge de la mezcla de varias etnias que se remontan a la llegada a la isla de los pueblos originarios, pasando por la conquista y colonización, y la introducción de otras culturas, como la europea y la africana, que enriquecieron, de manera significativa, la producción artesanal puertorriqueña. El crisol de razas que se coció en nuestra isla permitió el desarrollo de un pueblo fuerte y resistente, ante la escasez y las necesidades propias de vivir en un entorno aislado por la geografía que nos compone. Esta característica única ha hecho de la comunidad artesanal boricua una de excelencia a nivel internacional, al punto de que ha sido objeto de investigación y estudio en universidades y entidades locales y del exterior.

La política cultural referente a la promoción artesanal puertorriqueña en el siglo XX se inició en el 1960, con la creación de la División de Artes Populares y Artesanías del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). Esta sección del ICP tuvo a su cargo todo el aparato administrativo en lo relativo a darle a las artesanías el sitial de prestigio que disfrutan hoy en día. Esta tarea fue de carácter exclusivo hasta el 1977.

Ese año, se estableció el Programa de Desarrollo Artesanal de la Administración de Fomento Económico. Esta oficina fue creada y dirigida por Walter Murray Chiesa hasta el 1986, cuando se acogió a la jubilación. Este programa se ha encargado, desde entonces, a la facilitación y prestación de servicios de mercadeo; brindar adiestramientos; promover la participación de los artesanos en eventos locales e internacionales; y conceder incentivos económicos para mejorar los talleres y ampliar sus métodos de producción con los bancos de herramientas y maquinarias para sus labores.

En la actualidad, la producción artesanal puertorriqueña se nutre de la inyección de la aportación que brindan agencias gubernamentales como el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio, la Compañía de Turismo y el Instituto de Cultura Puertorriqueña. También de los esfuerzos de organizaciones artesanales como la Federación de Artesanos de Puerto Rico, que trabaja en colaboración con estas entidades gubernamentales.

Podemos concluir que, a raíz de las transformaciones económicas venideras, es de vital importancia que cada artesana y artesano continúen asumiendo la responsabilidad de cargar con el estandarte de la cultura, fungiendo como embajadores de nuestro pueblo adondequiera que vayan a exponer sus obras; y como maestros de las futuras generaciones, para mantener por siempre viva la artesanía puertorriqueña.

El autor es profesor e historiador de la Federación de Artesanos de Puerto Rico.

Autorizado por la Oficina del Contralor Electoral OCE-SA-2024-09898

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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