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Mes del Cuidador
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Cuidadores narran sus experiencias de vida

Comparten sus retos y la misión que los lleva a continuar con su labor

10 de noviembre de 2024 - 12:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 1 mes.
La labor de los cuidadores informales tiene un impacto crucial. Sus historias, aunque distintas, tienen puntos comunes. (Shutterstock)

Idalia Torres Negrón

“Desde el 2014, nosotros, como hermanos, creamos una estructura para cuidar a nuestros padres en su hogar. En la semana, como tengo hermanos en la zona sur, ellos los cuidaban, y yo, como soy de San Juan, llegaba los viernes de 6:00 p.m. y me iba los lunes en la mañana. Cuando mi papá falleció, en el 2018, hubo un cambio de panorama y el alzhéimer de mi mamá (Sixta Negrón Martínez, de 85 años) se hizo más progresivo [por lo que] necesitaba cuidado las 24 horas. En ese momento, el mayor reto fue que ninguno de los hijos podíamos renunciar a nuestros trabajos, no estábamos en edad de jubilarnos, tenemos hijos en la universidad. Así que, tuvimos que buscar alternativas de hogares y fuimos como a 35 en la isla, pero ninguno nos convencía. Entonces, encontramos el Hogar Divino Tesoro, en Juana Díaz, y, desde el 1 de febrero de 2018, nuestra madre está allí. Lamentablemente, su enfermedad ha ido avanzando y desmejoró mucho por las restricciones de la pandemia”.

Aracelis Maldonado

“Siempre he estado al pendiente de mi mamá, Esther Gómez, quien acaba de cumplir sus 89 años. Ella es sobreviviente de cáncer en dos ocasiones y tiene otras enfermedades. Lo más difícil en el proceso ha sido tener el tiempo para acompañarla a todas sus citas médicas. Por eso, decidí trabajar en un turno de noche para dedicarme a acompañarla a sus citas y ayudarla en todo lo que necesitaba. Pero, luego de cinco años en esa rutina, me vi en la necesidad de acogerme al retiro porque era muy difícil estar en las citas sin poder descansar. Ahora, continúo ayudándola en todo y cuidando de ella con más tiempo y más fuerzas”.

Luis A. López

“He estado activo en el cuidado de mi suegra, quien tiene varias enfermedades. En mi caso, yo me encargo de ayudarla con las tareas del hogar, además de las citas que son distantes. El mayor reto es buscar el espacio en mi trabajo para llevarla y ayudarla, porque trabajo bastante lejos. Pero, siempre hacemos todo lo que sea necesario por velar por ella y cubrir sus necesidades”.

Ana Robles

“Anteriormente, estuve cuidando a mi abuelita y, actualmente, soy la cuidadora de mi papá, quien tiene 75 años y es un paciente de alzhéimer, diagnosticado formalmente en el 2017. En todo el proceso, no he dejado de trabajar y, aunque no tengo hijos, tengo mi pareja y las labores de mi casa, por lo que es difícil. Realmente, el mayor reto es la falta de recursos disponibles para apoyar a uno como cuidador. Uno lo hace con mucho amor, y el deseo de que ellos estén bien, eso no está en duda ni se minimiza, pero sería bueno tener herramientas de apoyo, del gobierno o entidades que nos puedan ofrecer esas ayudas”.

Otilia Morales Lebrón

“Hace 25 años fui cuidadora de mi madre (Marciana Lebrón Rodríguez) paciente de párkinson; la cuidé durante trece años. En sus últimos cinco años de vida, le pusieron alimentación por mangas y usaba oxígeno. El mayor reto fue que el párkinson es una enfermedad bien fuerte. Yo cuidaba de ella y de mis hijos; pero, [lo más difícil fue] ver cómo ella iba decayendo y que esa enfermedad la llevó a no hablar, a no sonreír. Pero, Dios fue tan bueno conmigo que me dio salud y la fortaleza para cuidarla. Además de que nunca estuve sola, Él estuvo conmigo, y mis hermanos siempre me ayudaron.

Migdalia Colón Carmona

“Llevo seis años cuidando a mi madre, Sara Carmona Esquilín, de 74 años, quien es paciente de párkinson. Lo más retante han sido los cambios, porque el párkinson es una enfermedad que, según va avanzando, se complican las cosas como el movimiento y eso le cambió la vida por completo. Es un reto poder lograr que se acople porque ella era independiente, vivía en su casa, fue ama de llaves por 22 años y hacía todo sola. Para ella, adaptarse al cambio de hogar ha sido fuerte y, para mí, lo más difícil ha sido lograr que ella se sienta cómoda. Ella está en una etapa avanzada, pero, gracias a Dios, todavía camina, se levanta, habla. Hay días que no se acuerda de las cosas, pero aún come sola. Pero, cuando uno le sirve al Señor, Dios le da esa sabiduría; dentro de todo, uno tiene la paz de Señor”.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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