

En un entorno laboral donde la inteligencia artificial y la automatización provocan cambios cada vez más acelerados, las competencias tecnoemocionales se han convertido en un factor crucial para la adaptación y el éxito de empleados y patronos.
Las competencias tecnoemocionales son una combinación de competencias tecnológicas y destrezas socioemocionales. “Son el conjunto de conocimientos, habilidades y destrezas que debemos tener para hacer frente a los cambios abruptos del mundo laboral de hoy día”, definió Erick Miletti Bayanilla, psicólogo industrial organizacional y profesor de la Universidad Interamericana, Recinto de Ponce.
Explicó que los múltiples cambios se deben a que ya comenzó lo que economistas y académicos llaman la Cuarta Revolución Industrial. El Foro Económico Mundial la define como una transformación digital de los sistemas de producción que se caracteriza por la integración de tecnologías como la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas, los vehículos autónomos, la nanotecnología, la biotecnología y la computación cuántica.
“Se le reconoce como revolución industrial porque estas tecnologías están transformando el mundo laboral”, dijo Miletti. ¿Cuáles fueron las tres anteriores? La primera revolución industrial (durante el siglo XVIII) utilizó la energía hidráulica y de vapor para mecanizar la producción. La segunda (en el siglo XIX) usó la energía eléctrica para producir en masa. La tercera (siglo XX) se valió de la electrónica y la tecnología de la información para automatizar la producción.
Hoy día, las transformaciones son tan aceleradas que, “cuando encontramos las respuestas, nos cambian las preguntas”, expresó Wanda Piña Ramírez, socia de la firma de consultoría en recursos humanos The Human Factor Consulting Group. Por eso, los conocimientos técnicos y tecnológicos, aunque indispensables, no son suficientes para alcanzar el éxito en el trabajo.
Ahí entra la parte socioemocional de las competencias tecnoemocionales. “La inteligencia emocional es una de las más importantes del siglo XXI”, dijo Miletti. La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer y comprender las emociones propias y ajenas, y utilizar esa información para guiar las acciones. Incluye habilidades como el manejo de emociones, la motivación y la empatía.
El psicólogo mencionó otras competencias relacionadas que resultan útiles en los empleos de hoy, como la adaptabilidad, la resiliencia, el liderazgo, la capacidad de trabajar en equipo y la solución de problemas.
“A medida que las labores repetitivas y mecánicas se van entregando a maquinarias de inteligencia artificial y el ser humano se encarga de hacer proyecciones y análisis, esa relación máquina-persona cobra mayor importancia”, esbozó Miletti. Añadió que es, entonces, cuando la inteligencia emocional sirve para “aceptar que esta es la realidad y ver cómo la usamos de forma efectiva para salir airosos”.
Por su parte, Piña nombró varias competencias tecnoemocionales que muchos patronos buscan durante el proceso de reclutamiento, como pensamiento crítico, capacidad de análisis, disposición al aprendizaje continuo y destrezas de comunicación oral y escrita.
“La inteligencia artificial es una herramienta, pero detrás de esa máquina, una persona debe estar ahí para darle sentido a esos datos. Los datos solos no dicen nada sin una persona con pensamiento crítico que pueda evaluar qué significan esos datos para cada negocio”, expuso la consultora.
De hecho, el Foro Económico Mundial, en su Informe sobre el futuro del empleo 2025, elaborado con los resultados de una encuesta a más de 1,000 patronos líderes a través del mundo, dice: “El pensamiento analítico sigue siendo la competencia básica más demandada por los empleadores, y siete de cada diez empresas la consideran esencial en 2025. Le siguen la resiliencia, la flexibilidad y la agilidad, junto con el liderazgo y la influencia social”.
En cuanto a destrezas tecnológicas, el informe agrega: “La inteligencia artificial y el big data encabezan la lista de competencias de más rápido crecimiento, seguidas de cerca por las redes y la ciberseguridad, así como la alfabetización tecnológica”.
“Como complemento de estas competencias relacionadas con la tecnología, se espera que el pensamiento creativo, la resiliencia, la flexibilidad y la agilidad, junto con la curiosidad y el aprendizaje permanente, sigan ganando importancia durante el período 2025-2030”, puntualiza el documento.
Los entrevistados coincidieron en que, ante la rapidez de la transformación del entorno laboral, el aprendizaje permanente cobra mayor relevancia. “Muchas organizaciones están contratando y adiestrando porque, como son tan rápidos los cambios, los conocimientos y las habilidades que buscamos no necesariamente están en el mercado”, planteó Piña.
Esto presenta desafíos tanto para los empleados como para los patronos. Para las organizaciones, el surgimiento de nuevas tecnologías y procesos va a requerir de proveer al personal adiestramientos y capacitaciones con mayor frecuencia, por lo que deberá destinar más recursos humanos y económicos a estas gestiones, apuntó el psicólogo.
En el caso de los trabajadores, deben ser más autodidactas. Aparte de los cursos de educación continua que ofrecen las universidades, Miletti informó que hay plataformas en línea que ofrecen capacitaciones de corta duración, dirigidas a adquirir competencias tecnológicas y socioemocionales, como Coursera, edX y Udemy.
“Es como yo, más allá de lo que estudié, veo qué tengo que saber para estar a la vanguardia de mi profesión”, sostuvo Piña.
La autora es periodista colaboradora de Suplementos.
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